Medio: El País
Fecha de la publicación: domingo 10 de febrero de 2019
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Argentina es el país que más residentes bolivianos acoge aún en estos momentos de crisis, mientras que en Bolivia no es significativo el número de argentinos a nivel global, mientras que en departamentos fronterizos como Tarija si se acogen numerosos vecinos, y sobre todo, habitan una gran cantidad de ciudadanos con la doble nacionalidad que la ejercen indistintamente. Con todo, la población flotante no ha resultado decisiva electoralmente hasta el momento en Bolivia, donde la cantidad de migrantes si podría condicionar una elección.
El voto histórico
En 2014 el voto en el exterior sumó apenas 160.000 votos en los 33 países donde se habilitaron ánforas. Un porcentaje amplio en relación a los inscritos, que no superaba los 300.000, pero pequeño en relación al millón que se estima vive en otros lugares. Un cálculo moderado en relación a otras fuentes que asignan esa cifra solo en Argentina.
MAS
El 40% del voto exterior en 2014 fue argentino, y el 90% votó al partido de Evo Morales
En 2014 el MAS ganó las elecciones en el exterior con un 72% y solo perdió en países como Holanda, Bélgica, Dinamarca y Suiza, con reducida inscripción, además de Japón, México, Colombia y Estados Unidos. Solo este último cuenta con una comunidad significativa de 5.000 votantes.
El MAS sin embargo ganó en los países sudamericanos y asiáticos y particularmente en los que tienen más registrados. Es el caso de Chile con más de 7.000, Brasil con más de 18.000, España con casi 20.000 y Argentina, que supera los 64.000. En estos cuatro países, se ha habilitado mediante Decreto Supremo 3781, autorizar el desembolso de 7,1 millones de bolivianos para “efectivizar el empadronamiento permanente”, algo que no ha gustado a la oposición, que sospecha fraude.
El voto en el exterior solo suma a Presidente y Vicepresidente y no al cómputo de diputados y senadores que se establece por departamentos. En algún momento se planteó habilitar curules para esta población, pero finalmente se descartó. En cualquier caso, el voto en el exterior puede determinar si existe una segunda vuelta o no, pues se debe alcanzar el 50 más 1 de los votos o bien diez puntos de diferencia respecto al siguiente partido. La dispersión de la oposición contribuye a eso.
El particular caso de Tarija
El voto en Argentina, como en Bolivia, no es un derecho, sino una obligación; por consiguiente, ambos Estados habilitan multas y restricciones posteriores por no haber ejercido el voto. Especialmente se incorporan cuando se trata de gozar de algún beneficio del Estado, como un bono o un subsidio. En la frontera es común ver residentes que gozan de beneficios a uno y otro lado y que el día de las elecciones deberán decidir sus prioridades o buscar las fórmulas para justificar el no voto.
Reciprocidad
Varios equipos trabajan ya en la movilización del voto a ambos lados de la frontera tarijeña
En los últimos años ha sido común ver a los políticos de uno y otro lado hacer políticas sobre integración y corresponderse en invitaciones. El alcalde Rodrigo Paz invitó especialmente a su posesión al intendente salteño Miguel Isa y el Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, en carrera presidencial, fue uno de los invitados especiales del Bicentenario tarijeño y avaló con actos concretos el derecho a la salud universal, recogido en la Constitución argentina pero cuestionado desde el partido de Gobierno de Macri, firmando convenios con Tarija que básicamente ratificaban aquello en cuestión, como ha evidenciado el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, limitando ese derecho constitucional a extranjeros no sin antes hacer el pertinente ruido en redes sociales sobre la precaria situación en Bolivia.
Los intereses son mutuos; Mauricio Macri, que busca la reelección, ha hecho suyo el discurso de mano dura con el extranjero para ganar votos entre los desempleados, mientras que Evo Morales sigue siendo un símbolo para el kirchnerismo. En Tarija ya hay varios equipos trabajando para movilizar voto a uno y otro lado en una operación, que sin embargo, es de bajo riesgo para el MAS.