Podrían ser detalles menores, pero no lo son. Dunia Sandoval presentó su carta de renuncia en la fría mañana del miércoles pasado, ordenó administrativamente su salida del TSE y en la noche abordó una flota en la Terminal de Buses para volver a Santa Cruz, tal como llegó a La Paz: sin estridencias, con la certeza de que la armonía interna con las convicciones democráticas es una riqueza sin par. Su carta es un texto preciso, sin posibilidad de contraste: el poder vigente hoy es un monstruo dispuesto a torcer la ley, triturar la voluntad popular y hacer de la manipulación un bisturí sangrante con tal de perpetuar sus privilegios. Nos lo evidenció Dunia y se lo agradecemos. Ella, desde colegio, fue una persona serena, racional y sin alboroto. Así sigue hoy, con, además, una fe comprobada en los principios democráticos, desconocidos siempre por los tiranos, a veces abiertamente, en otras bajo un disfraz. (Facebook)