Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: lunes 04 de febrero de 2019
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Procesos contra autoridades electas
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Lo anecdótico es que, para evitar que la extorsión se consume, la denunciante pide la intervención del gobernante Movimiento Al Socialismo; es decir, es una opositora pidiendo la intervención del oficialismo contra un opositor.
Se trata de un hecho que podría ser considerado como falta de ética y corrupción en otros países pero en Bolivia se convierte en uno más de un largo rosario de hechos que desfilan en los noticieros con una cotidianeidad espantosa. Estamos tan acostumbrados a la corrupción que ya convivimos con ella. Está ahí, al frente, en la pantalla del televisor, o pavoneándose en las páginas de los periódicos.
Y estos hechos, además, nos demuestran que las diferencias entre oficialistas y opositores son más bien formales porque, al final de cuentas, para unos y otros el objetivo es el mismo: el poder.
Las violaciones a los derechos humanos son otro denominador común de los partidos. Se manifiestan en cantidad en los gobiernos dictatoriales, como se vivió en las dictaduras militares, pero también en los gobiernos autodenominados progresistas. Actualmente, Bolivia atraviesa por una etapa en la que se conculcan derechos, como el de la libertad de prensa —especialmente mediante la asfixia económica a los medios de comunicación independientes—, y hay peores ejemplos como el de Venezuela donde la situación ya ha llegado a un extremo.
Otra conducta en la que todos los gobiernos incurren, sin importar que sean de izquierda o de derecha, es en su intolerancia frente la prensa independiente. Definitivamente, no pueden vivir con ella. Por eso es que vemos el mismo comportamiento tanto en el presidente Donald Trump como en su homólogo venezolano Nicolás Maduro. A Cuba ni hay que mencionarla porque es el epítome de las agresiones al periodismo: en la isla simplemente se anuló a la prensa independiente y solo existe la oficialista.
Por tanto, no debe extrañarnos que sus conductas sean tan parecidas. Así como se denuncia corrupción en el gobierno, a la que se debe sumar el irrespeto a la voluntad popular que se ejercita actualmente a través del Tribunal Supremo Electoral, también existe falta de ética entre los opositores.