Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 04 de febrero de 2019
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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A ver, respondamos la pregunta: ¿qué ganó don Juan E.? ¿Si 991.092 fueron los militantes habilitados por el TSE para el MAS y su voto pasa apenas los 405.000? ¿Qué ganó, en términos reales y absolutos? Nada, absolutamente nada.
Veamos y entendamos: fueron 451.026 ‘militantes’ (entre voluntarios y obligados) del MAS que se acercaron a las urnas, un poco más de 44.900 votaron blanco o nulo (casi el 10%), fueron a decirle No a Evo Morales (seguramente con eso lograron mantener sus fuentes de trabajo y, al mismo tiempo, sus conciencias democráticas en forma); eso significa que más de 500.000 no ejercieron militancia, no son militantes.
En buenos términos, entendamos que Morales perdió contra Morales; su votación interna a favor apenas superó el 40%; después de pasar por el poco confiable TSE (al que él acusó de boicot); en conteo rápido apenas superaba el 35%, después, como en el 21-F, su voto creció… ANF publicó en una sucesión de Tuits: proyecciones interesantes: al 93,93% de actas escrutadas el MAS llegaba al 36,54%; con el 95,33% subió al 40,45%; con el 99,84% trepó al 45,42%, de ahí la gente puede entender por qué cuesta creer o confiar en el TSE.
Pero hay más: Morales, el día mismo de la votación, criticó a los partidos que llamaron a no votar: “No se puede entender, dicen ‘no vayan a votar’, qué clase de demócratas son”, lo que implica necesariamente que la convocatoria de no asistencia a las urnas realizada por C. Mesa, O. Ortiz, V.H. Cárdenas y otros precandidatos dio resultado, convocatoria reconocida por el propio presidente, al que la Asamblea y el TSE le organizaron una votación que lo ‘valide’ (ilegalmente) y lo vincule obligatoriamente a las elecciones de octubre en las que él no debe participar.
Veamos qué es lo que no puede entender Morales y qué tiene que ver con su catastrófica derrota: Los militantes de partidos políticos registrados en el país son 1.715.810; los registrados del MAS, 991.092; sus votantes (entre a favor, blancos y nulos) fueron 406.065, es decir que se quedaron sin votar 1.278.581, que bien se pueden atribuir como triunfo colectivo, los que convocaron a la abstención, lo que implica, además, que si son capaces de ponerse de acuerdo en algunos temas, pueden asestar más de una derrota al oficialismo, pero ese es otro tema.
Lo que importa es que las abstenciones o no asistencias a las urnas sobrepasan enormemente los votos del oficialismo y que de nada vale que ahora salgan a decir que son el partido con “más militantes de América Latina”, cuando lo cierto es que la votación recibida en las urnas, a efectos de contabilizar ‘primarias’, debe ser la que determine la militancia. De nada sirve tener 900.092 inscritos si 585.027 no se acercan a ejercer ‘militancia’ cuando ‘su partido’ los necesita, de manera que Morales cae en el engaño consolador (como si fuera el bobo del barrio) de una dirigencia que quiere hacerle la caída menos dramática; un adulo utilitario y vergonzoso.
Está mal el hombre, el TSE le hizo un traje a medida, le dio el sastre (Asamblea), que le armó la ‘primaria’. El problema fue que no repararon en que, desde mediados de 2018 a enero de 2019, el hombre iba a adelgazar considerablemente; tanto que no superaría el 50% de sus propios electores, lo que reduce de manera considerable un voto duro que, al final de cuentas, ni siquiera va a necesitar, porque no le corresponde ser candidato nuevamente… Es que el 21-F, 2.682.517 (que son 2.276.452 más que su ‘voto/militancia oficial’) le dijimos No.
Ahí lo dejo, mucho número, para quien ni siquiera sabe leerlos de corrido.