Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: sábado 02 de febrero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Los 27 millones derrochados en las elecciones primarias podían haber servido para atender diferentes necesidades en nuestro país tan carenciado. El Vicepresidente, dijo que servirían para probar el músculo de los partidos, seguro de que el MAS, sólidamente estructurado, opacaría con sus votos los resultados del referendo del 21F, cuando Bolivia dijo NO, marcando el principio del fin.
Plataformas ciudadanas y redes sociales anuladas políticamente por ley; partidos políticos agotados por juicios penales y privados de libertad para debatir públicamente sus principios, constituían -para el MAS- el mejor escenario para destrozar a la oposición con “una paliza electoral”, como lo anunció el Presidente. Sin embargo, el resultado electoral, con todas las ventajas que da el poder, le fue adverso.
Sólo algo más del 35% de los inscritos votaron por sus candidatos, con un 10% de nulos y pifiados. Martín Díaz, desde Brújula Digital, calcula que los votos masistas equivalen sólo a 5% del padrón electoral. El 27E no pudo opacar al 21F, al contrario, lo ratificó.
El llamado desastre del botadero de Alpacoma produjo un alud de mugre y restos putrefactos que inundó un gran espacio de tierras vecinas, pero, aunque no afectó sembradíos ni llegó al río cercano, generó alarma natural en toda la vecindad. El Alcalde paceño, al tratar de paliar los daños, encontró un infranqueable bloqueo encabezado por el alcalde del pueblo vecino, que quiso aprovechar la oportunidad para destruir a su rival político. El bloqueo provocó que la basura acumulada se convirtiera en peligro de enfermedad y muerte en la sede de Gobierno.
Cuando el Alcalde paceño logró suscribir con la alcaldesa de El Alto un acuerdo solidario para usar temporalmente el botadero de esa ciudad, fue también bloqueado por dirigentes masistas. La amenaza era de las más severas, aunque pocos percibieron su magnitud. La mugre acumulada era caldo de cultivo de variados gérmenes que en cualquier momento podían haber desencadenado epidemias imparables, causando muerte y desolación en los hogares más humildes y también en el nuevo palacio millonario.
Felizmente el fracaso de las primarias indujo a Evo Morales a reflexionar, se dio cuenta de que el MAS ya no era la “masa, sumisa y obediente” y que hasta podía levantarse en su contra. El alcalde de Achocalla había ganado prestigio y poder arrodillándose en público ante el Presidente, y obedeció inmediatamente la orden de suspender el criminal bloqueo. Se suscribieron acuerdos, los militares, fieles y obedientes, iniciaron el recojo de basura. Falta que se cumplan los compromisos porque a varios días del acuerdo, la basura sigue y los riesgos aumentan. Con la inmundicia se podría ir también, ojalá para siempre, el riesgo de que una rivalidad política provoque más muerte y desolación que una bomba.
La solución no vino del Ministerio de Salud, ni del de Medio Ambiente, sino del candidato que ha elegido como su bandera proselitista la implantación del SUS. Antes del 27E no importaba la hecatombe, pues sería atribuida al Alcalde paceño y a toda la oposición. Felizmente el pueblo mostró que está recuperando su conciencia y ya no es fácil engañarlo. Se salvaron así cientos de vidas y ojalá se comenzara a civilizar la política y respetar la vida.
Respetar la vida no es provocar más enfrentamientos, acusando a los médicos de oponerse al SUS. sabiendo que el Colegio Médico es el más interesado en tener un Sistema de Salud universal y gratuito y ha elaborado un proyecto que será sometido a la consideración de toda la población.
El proyecto que no es centralizado, ni partidizado, tampoco es clientelar o demagógico reconoce la salud como derecho, busca conformar un sistema de salud democrático y participativo, mejorando los actuales seguros sociales, y financiando responsablemente un seguro universal con recursos nacionales, sin incrementar la deuda externa. Está orientado exclusivamente al mejoramiento de la salud y el bienestar social de la población, incluyendo de verdad a los excluidos, sin otros fines ocultos.