Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 31 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Y junto con la arrogancia, esa misma que anunció una “paliza” para el 27E, hicieron su aparición las clásicas matemáticas plurinacionales de la mano del vicepresidente que sigue intentando asombrar a la ciudadanía con su dominio de los números.
Más allá de “comparar peras con manzanas” y de pretender lucir como Gulliver en medio de los “bajitos” con un porcentaje cercano al 40 por ciento, el oficialismo debe considerar una realidad muy concreta y que consiste en la pérdida de confianza, fenómeno ya no se nota solo en el bando opuesto, sino también en sus propias filas.
Ese 40 por ciento de militantes que fue a votar el pasado domingo apenas representa el cinco por ciento del padrón electoral, situación muy preocupante para la continuidad del “proceso de cambio” cuya hegemonía se atribuye al denominado “voto duro”, que desde 2005 ha oscilado en torno al 40 por ciento (del padrón). Esta cifra se hizo ver incluso en el referéndum del 21 de febrero de 2016, hecho que llevó al régimen a insistir en el “empate técnico” y por ende, mantener activa la repostulación por encima de los resultados de la consulta y de la constitución. Ellos saben muy bien que habiendo respaldo popular y confianza de la gente, “lo demás” se puede arreglar y también es posible contar con el respaldo internacional, un asunto que se ha vuelto de alta prioridad en estos tiempos de reacomodos geopolíticos que vive el mundo.
Los observadores que mandó la OEA a Bolivia el domingo no vinieron solo para calibrar la transparencia del proceso o los procedimientos aplicados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), sino también para sopesar un elemento tan delicado como la legitimidad, el último eslabón del que puede agarrarse un líder para mantenerse en el poder sin el uso de la fuerza.
El presidente Morales puso lo suyo en esta gala de impetuosidad que surgió tras la cruda realidad de los votos y culpó de todo al TSE, al que acusa de boicotear al oficialismo, algo que no hace más que presagiar una intervención mucho más agresiva al interior del organismo, que prácticamente ha sido desmantelado, con miembros que han dado sobradas pruebas de obsecuencia con los propósitos del gobierno.
Resulta obvio que el régimen seguirá intentando torcer las cosas para continuar en su carrera reeleccionista y lo que se ha visto en materia de manipulación y maniobras resultará anodino en comparación con todo lo que harán y con lo que tienen preparado para lograr que octubre no sea otro fiasco mayúsculo.