Medio: La Razón
Fecha de la publicación: martes 29 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Las primarias fueron concebidas en la norma como un factor de democratización interna en los partidos políticos. La premisa es que la fuente de legitimidad de las candidaturas deben ser las urnas: no el caudillismo, no el dedazo, no la herencia familiar, no la propiedad empresarial de la organización. Es evidente que las primarias 2019 todavía estuvieron atadas a esa tradición de la cultura política. Todos los binomios emergieron de las cúpulas partidarias, sin decisión cierta de la militancia.
Como se demostró el domingo, las primarias eran técnicamente viables, pero tropezaron con un escollo político de origen: estuvieron contaminadas por la disputa acerca de la repostulación del binomio oficialista. Así, mientras el MAS-IPSP hizo todo lo posible para que las primarias consagraran su binomio, los demás partidos se concentraron en buscar boicotearlas. El saldo es un evento democrático cuyo propósito de competencia intrapartidaria se convirtió en una pugna.
Sobre los resultados, el dato principal es la elevada abstención. Como es la primera experiencia en Bolivia, no disponemos de parámetros comparativos. Elecciones y primarias en otros países donde el voto no es obligatorio muestran, como regla, bajos niveles de participación. El oficialismo sobreestimó sus expectativas. Y la importante votación que obtuvo (casi 45%, más de 400.000 votantes) aparece como deleznable. Los partidos opositores, por su parte, no tuvieron “voto simbólico”, sino minúsculo.
El otro dato interesante es el de votos blancos y nulos. La oposición y sus operadores mediáticos resaltan el 10% de militantes del MAS-IPSP que decidieron no apoyar a su binomio único. La situación es peor en las filas opositoras. Pese a que, supuestamente, tuvieron votantes selectos para cumplir el requisito, 20% no votó por Mesa, 26% no lo hizo por Ortiz, un tercio de los votos de UCS fue blanco y nulo, y el 43% de militantes del PDC no apoyó a Jaime Paz. Los números dan para todo.
Pasadas las primarias, ahora el juego mayor son las elecciones de octubre (27O). Queda una tarea pendiente con el padrón de militantes, que seguirá malogrado (e inflado), en todos los partidos, mientras no sea biométrico. Queda el reto de futuras primarias competitivas: con información, debate programático, más votantes. Y será bueno que tanto el MAS-IPSP como las fuerzas de oposición evalúen sin excusas ni triunfalismos su situación orgánica. Nos espera una larga campaña electoral.