Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: miércoles 30 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La confusión era comprensible porque el aparato propagandístico gubernamental intentó presentar la noticia como un tácito aval a la repostulación del binomio Morales - García. Dados los antecedentes de Luis Almagro –su conocida posición adversa a los regímenes de Venezuela y Nicaragua, y la reconocida firmeza con que defiende los valores y principios de la institucionalidad democrática– su imagen firmando ante las cámaras un acuerdo con el representante de Evo Morales en la OEA parecía a primera vista un acto difícil de comprender.
Otras corrientes de la oposición se mostraron mucho más severas en sus juicios, e incluso se alzaron voces que no dudaron en dirigir los más duros calificativos contra Luis Almagro y la OEA. Fieles a su concepción maniquea del mundo –e incapaces de lidiar con los matices que son inherentes a la actividad política–, volvieron a coincidir con sus equivalentes del otro polo del espectro, los radicales del MAS que tampoco dudaron para atribuir a la decisión de la OEA el valor de un apoyo a la fórmula masista.
Felizmente, los hechos se encargaron de poner las cosas en su justa dimensión. Y se pudo constatar que los organismos internacionales –en este caso la OEA, a pesar de los muchos desaciertos que se les puede atribuir– siguen siendo los principales garantes de la estabilidad política regional.
Eso no significa que esos organismos tengan que llenar vacíos dejados por los actores políticos de los países que acuden a ellos en busca de auxilio. En el caso que nos ocupa, ni a la OEA como institución ni a Almagro como su principal representante les corresponde hacer en Bolivia lo que los políticos de la oposición boliviana no fueron y no son capaces de hacer para resguardar la institucionalidad.
Lo que se puede y debe esperar de los organismos internacionales es que no confundan la prudente distancia con la indiferencia.
Esa y no más, pero tampoco menos, es la importancia que cabe asignar a la misión de observadores de la OEA y al informe que presentarán. Lo que no es poco pues, habiéndose involucrado ya en el proceso electoral boliviano, ya no será posible que se le cierren las puertas cuando llegue la hora de las próximas elecciones generales. Nadie podrá