Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 24 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Otro cambio relevante es la apuesta de Evo Morales por la expresidenta de Diputados Gabriela Montaño en el Ministerio de Salud, cartera clave para llevar adelante el SUS y la construcción de hospitales, una de las banderas electorales del Gobierno. Por lo demás, se da el retorno de Óscar Coca al Ministerio de Obras Públicas, otro cargo importante para ejecutar la inversión estatal en un año en el que el Ejecutivo necesita mostrar resultados tangibles. Completan los cambios Milton Gómez, un personaje vinculado a sectores sindicales, y ahora ministro de Trabajo.
Al posesionar el gabinete, Evo Morales fijó dos prioridades: la gestión y la acción política. Si se examina el perfil de los elegidos, hay cierta coherencia en lo que pretende con sus colaboradores. Volvió Luis Arce, después de dejar el gabinete por problemas de salud, lo que transmite mayor confianza como una especie de “superministro de economía” y líder del modelo que rige desde hace 13 años. Por lo que se ve, Arce es una figura irremplazable para el presidente. Más allá de su imagen dura en el empresariado, Arce es respetado dentro y fuera del Gobierno, sobre todo por la estabilidad económica, al margen de que en más de una década no se pudo consolidar la diversificación de la matriz productiva del país. Con su presencia en el gabinete, la gestión de la economía recupera la jerarquía que no pudo alcanzar con Mario Guillén. A Arce le toca lidiar con un ciclo económico más desfavorable al que vivió en la primera década de Gobierno. Ahora se pondrá a prueba su capacidad en tiempos que ya no son de bonanza.
En la cartera de la Presidencia vuelve a estar Juan Ramón Quintana, un eficiente operador político del MAS en diversos procesos electorales. Su imagen no es de las mejores en la opinión pública, pero su acción política ha sido eficaz para la reproducción del poder, que es lo que le interesa en este momento a Evo Morales.
Por otro lado, en la ratificación de 13 ministros también hay un mensaje. El presidente no ha sido en los últimos años propenso a cambiar a sus colaboradores. Ahora vuelve a ratificar su confianza en figuras como las de Héctor Arce, Carlos Romero y el canciller Diego Pary, pese al desgaste que sufrieron en los últimos meses. En todo caso, ha preferido la experiencia de estos ministros, pese a las críticas y presiones para que salgan. El gabinete posesionado ayer tiene un perfil marcadamente político y apunta esencialmente a la reproducción del poder en un año altamente complejo.