Medio: El Día
Fecha de la publicación: miércoles 23 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El genio de estas festividades es el Ekeko, un indígena de pequeñísima estatura, que luce cargado con todos aquellos bienes y objetos que evocan su fiesta, desde casas, edificios, vehículos, etc., hasta títulos profesionales, pasaportes y, quién sabe, aparezcan también este año, actas del tribunal electoral, indecorosamente llenadas, con el nombre del único candidato que vaya a terciar en esas elecciones.
Volviendo a nuestro tema, siempre supimos que las elecciones primarias, muy comunes en el ejercicio democrático del odiado y siempre mal ponderado Imperio norteamericano, son la forma que utilizan para preseleccionar al candidato que un partido va a presentar en un proceso electoral predeterminado. Hasta hoy, nuestro anacrónico, pero medianamente honrado sistema electoral veía la nominación de candidatos, como la responsabilidad de los partidos políticos participantes, sin la necesidad de incluir al público en general.
Con la componenda masista, o alto peruana si se quiere, nunca fue mejor usada dicha fórmula gringa, que en los sufragios tramposos que se acercan, el Caballo del Corregidor deberá ser el único competidor; bien enjaezado, mejor alimentado y con más de trece años de adiestramiento, pese a la negativa popular que se opuso con un NO rotundo a su participación, en una masiva consulta popular convocada por el propio Corregidor.
Es preciso saber que esta vez ya no se trata de una simple convocatoria a elegir o reelegir a alguien por un cuarto o quinto período presidencial, se trata de seguir apuntalando el procedimiento impuesto por Fidel Castro en el Foro de Sao Paulo, para continuar subsidiando a la satrapía cubana, con lo que queda de Venezuela; con lo poco que puede brindar Nicaragua y la posibilidad de que México adhiera a este engendro parásita nacido, precisamente, en circunstancias similares a las actuales, cuando la Unión Soviética cortaba todo vínculo de ayuda a la Isla.
Bolivia no es una isla y, muy por el contrario, estamos cada vez más expuestos al más asfixiante aislamiento político. Los gases de la Pachamama son cada vez más escasos, por más que la sigamos taladrando con pozos que están por llegar a la China. Por lo tanto, nuestra dependencia de la agroquímica, y de los dioses de la cosmogonía andina, como la hoja sagrada o la diosa blanca, podría ser cada vez mayor, lo que nos debe llevar a rogar al Ekeko, por un mayor blindaje a nuestra economía y, quien dice, mayor suerte en las próximas elecciones de Alasitas.