Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 22 de enero de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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En la edición dominical de EL DEBER se publicó un interesantísimo reportaje en el que el presidente Evo Morales desvela algunas de sus percepciones, la más notoria de ellas tiene que ver con la idea de ‘pueblo’. Sobre esto cabe recordar que algún prominente pensador de la modernidad dijo que si algo caracterizaba a ese periodo de la historia era la fragilidad de sus conceptos. En efecto, sus grandes aportes gozan de una versatilidad sobrecogedora. Conceptos como democracia, libertad, pueblo han mostrado una versatilidad sorprendente. De entre todos, sin embargo, el último se lleva la flor.
El pueblo de los movimientistas del 52 era una amplia gama de sectores que cubría desde las clases medias hasta el lumpen y todos funcionaban bien en los marcos de la ‘alianza de clases’ que lo llevó al poder. Para García Meza, el pueblo estaba constituido por todos los que creían que la solución pasaba por diezmar a quienes se oponían al poder militar. Para el MIR (1982) eran los nuevos sectores asimilados a la democracia más allá de cualquier otra diferencia, solo necesitabas creer en la democracia y eras parte inobjetable del pueblo. Para el MAS y su eterno binomio, en cambio, el pueblo está constituido por todos aquellos que comparten un marcador de raza. El pueblo está formado por todos los que se supone tienen una filiación étnica; quienes no participan de esto hacen parte de un estrato sañudamente combatido por la ideología vicepresidencial, el mestizo, un híbrido al que el MAS despreciaba hasta que se percató que sin él no era Gobierno.
El pueblo, en la lectura masista, estaba además conformado por los pobres, los excluidos, los explotados, es decir, las víctimas de los poderosos. Esa burguesía blancoide era objeto de sus más enconados odios hasta que se dio cuenta –una vez más– que aliándose con ella lograba más que enfrentándose o, al menos, lograba cierta estabilidad económica que fortalecía la imagen del caudillo. El pueblo cambió de configuración, ahora en la categoría entraban también todos los que servían a sus objetivos estratégicos de corto y mediano plazo, independientemente de su calificación económica, racial o étnica; todos podían ser útiles sin convertirse en incordios, de manera que el pueblo del MAS es ahora una juntucha de todo el que le es coyunturalmente beneficioso, incluidos los ‘ricachones’ que tanto despreciaba. Si algo caracteriza al Gobierno del MAS es, precisamente, esta versatilidad inmoral y prostituida de los conceptos: claro está, siempre que jueguen a su favor.