Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: sábado 19 de enero de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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En nuestro país, al rey Midas le sobró el oro, pero a diferencia del de la leyenda todo el oro que toca desaparece sin rastro, como por arte de magia. El precio de las materias primas que exportamos aumentó exponencialmente en coincidencia con el inicio de su gestión. El producto interno bruto creció de 8.773 en el 2004 a 32.996 millones de dólares en el 2014. Pero tal crecimiento fue sin desarrollo y en gran parte producido por el extractivismo mutilante de los recursos naturales y el daño al medioambiente, (el 66% correspondió a la exportación del gas y minerales). Además, ni la pobreza disminuyó en esa proporción, ni se crearon empleos ni mejoró la educación; la salud, simplemente llegó al peor de sus deterioros. El porcentaje del PIB destinado a salud en 2002 (régimen neoliberal) era de 6,5%, bajó a 4,7% en 2007 y recién en 2013 llegó a 6,1%. El gasto en salud por persona fue de 78 dólares al año, mientras Costa Rica, por ejemplo, gasta 618. Las protestas y gestiones de médicos y pacientes han logrado mejorarlo, pero seguimos con el gasto más bajo del Continente.
El oro ha tenido otros destinos. El ingenio azucarero de San Buenaventura costó 265 millones de dólares para quedar perdido en el monte sin caña ni azúcar ni alcohol. La lujosa sede del Parlamento de Unasur, que costó 72 millones de dólares, no se usó ni se usará para tal parlamento ya que no existe. El Presidente, al inaugurarlo, anunció que se lo emplearía para matrimonios y graduaciones de los miembros de los movimientos sociales. El aeropuerto de Chimoré con un costo de 32 millones está casi sin uso. En otros rubros, el avión presidencial costó casi 40 millones de dólares y gasta más de 20 millones de bolivianos para operar; los dos helicópteros gastan 90.000 dólares al mes. Su museo de Orinoca costó siete millones y el nuevo Palacio de Gobierno, 40 millones de dólares. La corrupción y problemas conexos merecen otro análisis.
En la leyenda, el rey Midas, renunció a su poder porque no podía alimentarse de oro. Entre nosotros es diferente, el rey puede estar indigestado de poder, pero lo que tiene no le alcanza. Ha copado la Policía, las Fuerzas Armadas y todos los poderes del Estado. La justicia, el Legislativo y el poder electoral están a sus órdenes. Puede encarcelar políticos y comprar dirigentes sociales vigilando que no resulten “pensantes”. Puede dedicarse exclusivamente a buscar votos inaugurando lo que toque. No necesita ser estadista, puede convertir en verdad todas las mentiras. Decir por ejemplo que “el 21F es el día de la mentira y el 27 de enero, el día de la esperanza” (Los Tiempos 16-01-19), aludiendo a las elecciones primarias que todos saben constituyen la más burda artimaña electoral que sólo sirve para borrar el 21F, pero no servirá para alterar el voto popular de octubre próximo.
El Colegio Médico ha denunciado que el Sistema Único de Salud gratuito es una simple oferta electoral que no tiene financiamiento ni estudio que lo sustente. El rey emplea una propaganda millonaria para convencer a los ingenuos de que los médicos se oponen al Servicio único de Salud y convence. Goebels enseñó que todas las mentiras pueden aderezarse como verdades, pero todos sabemos que el poder es más lábil cuanta más fuerza aparente y que la verdad se impone siempre sobre la mentira.