Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 20 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Bolivia no ha tenido una tradición tan sólida, y el caudillismo, cuando no el padrinazgo dentro de grupos políticos ha sido en realidad parte de nuestra débil vida democrática. De ahí, que en primera instancia se podría uno alegrar por la introducción de la obligatoriedad de elecciones primarias. El problema es que si estas solo sirven para consolidar ese caudillismo, dentro de la fuerza que en el momento detenta el poder, lo cierto es que no sólo nos están dando gato por liebre, sino que en realidad, se está yendo contramano, e involucionando en lo que respecta a la democratización de la sociedad.
En el caso de las elecciones que tendrán lugar el próximo fin de semana, éstas no sólo atentan contra la salud democrática de los partidos en forma interna, empezando por el MAS, sino que ponen en una gran desventaja a las demás tiendas políticas, y las ata a compromisos que en realidad dificultan un fluir sano en una justa electoral. Para colmo, como se ha notado, en estas elecciones con una sola fórmula por partido político, nos enfrentamos ante un absurdo, cuyos resultados absolutamente previsibles e inalterables, solamente terminan convirtiéndolas en un gasto sustancial de dinero, en tirar la plata por las urnas, convertidas en caño, y en un perjuicio para la actividad económica del país, (eso si una vez más se paraliza al país durante todo un domingo para ese fin).
El Vicepresidente dijo hace unas semanas, que estas elecciones iban a mostrar la musculatura de los partidos y las candidaturas, y eso es en realidad algo absolutamente intrascendente, es un intento de marear la perdiz, y hacer pasar por legítima una candidatura que no lo es.
El inefable presidente Evo, se ha lanzado hace un par de días con una más de sus tonteras, y ha dicho que el 27 de enero, derrotará al 21 de febrero, fecha que él y los suyos bautizaron como “el día de la mentira”.
Si hay a alguien que no le conviene recordar esa fecha es a Evo Morales, y es que independientemente de que es posible que el más grande porcentaje que votó en contra de la modificación de la Constitución, lo hizo por convicción de que la eternización en el poder no es buena para la democracia, es posible que un pequeño porcentaje, (que al final fue determinante), lo hiciera cuando se puso en evidencia la indigencia ética del Presidente.
A estas alturas casi se ha comprobado que el niño Ernesto Fidel nunca nació, aunque legalmente él será el primer niño desaparecido del Estado Plurinacional. Hay un certificado de nacimiento, y no hay uno de defunción, y Evo todavía no ha explicado por qué dijo al país entero que él había tenido un hijo y que este había muerto, las explicaciones para entender estas declaraciones son a cual más denigrantes para Morales, y es que si realmente tuvo un niño, y no se ocupó del mismo, lo muestran como un padre delictivamente desaprensivo, e irresponsable, si fue engañado, no sólo lo muestran como tal, sino además como una persona capaz de caer en un engaño, tal vez porque estaba ocultando una culpa mayor.
No, el 27E, no es una revancha del 21F, ni nada que se le parezca, precisamente porque se está consultando algo muy distinto a distintos segmentos de la población, solo una ignorancia extrema o un afán manipulativo sin límites, o una combinación de ambos pueden equiparar ambos eventos, cuya única similitud es que gente acudirá a las urnas. Pero Evo ha puesto sobre el tapete ese mes, y ha abierto la oportunidad para que se le vuelva a preguntar sobre esa tan contundente declaración respecto al niño Ernesto Fidel Morales Zapata. Y la sombra de ese evento está cada vez más larga.