Medio: La Patria
Fecha de la publicación: sábado 19 de enero de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Al poco tiempo se vislumbró que nada cambió, seguíamos viviendo en el neoliberalismo, dominados y manipulados hasta la idiotización de la conciencia, sumidos en un oscurantismo político-ideológico, presos en nuestra propia cárcel de ingenua credulidad e impotencia en nuestros sueños frustrados, repitiéndose la misma historia trágica de Bolivia, que no pudo consolidarse como Nación, y que la variedad de grupos étnicos y culturas sólo contribuyó a su estancamiento y no a su desarrollo, y nunca nos respetamos y valoramos como bolivianos, cayendo en una mentalidad altoperuana y derrotista, además sintiéndonos inferiores, lo que coadyuvó a perder más de la mitad de nuestro territorio y a ser un aborto de la historia.
El año 2019 y el siguiente, 2020, llegan cargados de negros nubarrones tanto en el campo de la economía como en el aspecto político, pero fundamentalmente en el moral. En el caso del primero, la deuda externa e interna ha crecido descomunalmente hasta un 35 % del PIB, quizás más, el déficit fiscal y comercial se está convirtiendo en una peste poco manejable, el desempleo es aterrador y las reservas caen a mínimos insostenibles.
Lo de la política es realmente deprimente, debido a las acciones de un régimen que ya no entiende la realidad u oculta la mirada para evitarla. Y la moral es lo más preocupante por el oportunismo de una parte no considerable de la población que cree en que realizándose individualmente con un consumismo criminal está bien, cuando mucha gente vive en la miseria no total, pero sí consistente.
Y la demagogia del Gobierno dice que se tiene un modelo económico estable y un endeudamiento que a la fecha puede ser pagado, cuando expertos señalan que existen huecos que mañana presentarán una factura dolorosa. El crecimiento de la deuda interna y externa es un tema pendiente que requerirá respuestas imaginativas a corto y mediano plazo.
El déficit corriente no se solucionará pronto. Estaría bien que lo que se tiene se invierta en el crecimiento de la producción y del empleo, y tendría que compensarse con superávit en balanza comercial y de pagos. El precio del gas natural, la principal fuente de ingresos del país, está entrampado con el precio del petróleo, del cual el barril fluctúa entre 40 y 60 dólares americanos, es un precio muy volátil. No tomar en cuenta la importancia de los déficits es soberanamente irresponsable en materia económica y social.
Una de las variables más importantes de cada país es el comercio exterior por su vinculación con el mundo a través de las exportaciones y de las importaciones. En el caso del primero, se exportan los productos excedentes, es decir, aquellos que la economía no puede absorber como los minerales, el gas natural o la soya. Pero, el inadecuado y criminal manejo del tipo de cambio está haciendo que el contrabando de alimentos prospere, destruyendo al agro boliviano y a los productores directos, haciendo que el narcotráfico solvente la vida de lujo de cierta gente masista.
Para el INE (2017) se define que un 5 % de la población ocupada se encuentra desempleada, algo equivalente a 250 mil desempleados de un total de 5 millones de bolivianos en condición de población económicamente activa. Y sin embargo no se considera que el desempleo real es del 75 % de la población en edad de trabajar. Las estadísticas se disfrazan y falsean. Que todo el mundo tiene que trabajar es evidente, en lo que sea, porque hay familias que mantener, pero se trata de una distinción aberrante.
Los nuevos dioses de la política y del oportunismo, representados por el MAS están destruyendo todo: los valores, la moral, la ética, las leyes, la Constitución, la educación y la naturaleza, saqueando y convirtiéndose en el gobierno más corrupto de Bolivia, gozando del consumo y de la opulencia, cuando el pueblo está sufriendo, autoexplotándose para sobrevivir en el mercado informal, endeudándose y perdiendo su patrimonio fruto de muchas generaciones, conformándose con su destino incierto y cruel para no estallar en furia y rebelarse contra la ignominia, la opresión y la barbarie. La guerra es necesaria.