Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: jueves 17 de enero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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La huelga de hambre es uno de los mecanismos de protesta más radicales. El cuerpo se convierte en instrumento al servicio de una causa. No comer supone atentar contra la propia salud claro está; es asumir una de las medidas más extremas, sacrificadas y pacíficas.
La huelga de hambre es un instrumento de denuncia y protesta que emerge con fuerza cuando las demandas sociales no son escuchadas y chocan con una situación que no da respuesta, o hace oídos sordos de las exigencias planteadas. El ayuno es un medio legítimo de presión ante la autoridad.
Iniciar una huelga de hambre implica asumir un riesgo vital en la búsqueda de un bien que legítimamente se ha definido como prioritario. Privarse de alimentos, y tener como horizonte probable la muerte, es una forma de ejercer presión sobre una institución y situación causante de la injusticia reclamada.
La huelga de hambre no es un método nuevo en las luchas de los pueblos y de los sectores oprimidos, para encontrar caminos de mayor justicia. Recordemos aquella llevada a cabo por Gandhi que cambió el destino de la India, venció al imperio británico e instituyó la “no violencia activa” como una forma de lucha social en el mundo actual.
Hoy, jueves, el piquete de huelga conformado por Alejandro Almaraz, Lizeth Beramendi y Pánfilo Lora, lleva 23 días de haberse instalado en la ciudad de Cochabamba. Fue iniciado en diciembre, después de la Navidad, igual que en 1977, cuando cuatro mujeres mineras iniciaron la huelga de hambre con el objetivo de recuperar la democracia. Aquella vez, el instrumento de protesta tuvo éxito pues el entonces dictador Hugo Banzer Suárez dejó el poder y dio paso a elecciones generales.
Si hace 41 años el objetivo fue la recuperación de la democracia, hoy en día es preservarla. El argumento de los huelguistas es que no podemos ir a las elecciones en las actuales condiciones de fraude anunciado, y teniendo una falsa candidatura prorroguista. Estamos cerca de cumplir tres años del referéndum del 21 de febrero en el que la ciudadanía se pronunció y rechazó la reelección consecutiva de la candidatura presidencial y vicepresidencial. Sin embargo, el juego legalista continúa con la legitimación de lo ilegal. Es momento de mostrar el apoyo solidario y no quedar indiferentes con los huelguistas que, poniendo en riesgo su vida y su cuerpo, están defendiendo la democracia y nuestro futuro.
La autora es socióloga y antropóloga