Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 13 de enero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Cuando logran su objetivo, cambian. Entienden que el poder está creado para ejercerlo. Y si bien tienen razón en un sentido, es decir, evidentemente el poder hay que ejercerlo en la medida que respetes los límites que la democracia impone, no la tienen cuando ese ejercicio se torna maquiavélico y goebbeliano. El fin justifica los medios y la identificación de un enemigo común. ¿Se acuerdan? Sobre esa premisa, comienzan a construir lo que entienden es su estilo y forma de democracia.
Y ahí nos encontramos con presidentes que buscan la perpetuidad acudiendo a varios expedientes. El más utilizado, la reforma constitucional. Los podemistas españoles fueron hábiles con la receta. La instituyeron como laboratorio en Sudamérica bajo la premisa de que los elegidos no pueden dejar el poder nunca más. Al diablo todo lo aprendido de los griegos.
En el camino, por supuesto, había que focalizar y etiquetar los enemigos de la revolución democrática populista. Para ese cometido, incluso, encontraron aliados especiales. Uno de ellos, el Papa y su recurrente manera de mirar los episodios de vulneración a derechos humanos en función a sus inclinaciones ideológicas.
Patético. Para el Pontífice, nada hay que opinar ni hacer en países como Venezuela o Nicaragua. Hay que dejar que venezolanos y nicaragüenses resuelvan sus problemas, mientras genocidas como Maduro y Ortega, más consortes, disfrutan de las bondades del poder. De ahí que esa manera de mirar la democracia a lo populista haya generado procesos migratorios dolorosos, que por supuesto, poco importan. Incluso al Papa. No solo se ataca al contrincante de ideas, sino que se elimina o por lo menos se intenta, todo vestigio y posibilidad de resistencia civil.
Por estos lares, con tonos y variantes para cada caso, la democracia boliviana ha tenido en el irrespeto a los resultados del 21F, su peor arremetida. No se trata de si es Evo o la señora vestida de pollera, de origen aymara, que dirige muy mal y vergonzosamente un Órgano del Estado, se sienten discriminados por la derecha maldita o por las plataformas financiadas por la Microsoft o MacDonald’s. De lo que se trata es de entender que si fue la democracia la que te puso en el cargo, es la democracia la que debe sacarte cuando corresponda.
Repito, no es Evo o el MAS, es la institucionalidad democrática la que cuenta y la que está en riesgo. He ahí las diferencias. Podemos compartir en la necesidad de construir una carretera o en mejorar los servicios públicos o el acceso a la salud, pero no podemos compartir en que a titulo de que un gobernante cumpla con su obligación de mejorar la calidad de vida de los habitantes, se dé licencia para pisotear los principios democráticos que costó tanto recuperar.
Por esa razón, celebro que Paraguay haya dado el ejemplo. Romper relaciones diplomáticas con Venezuela constituye una señal indeleble de que al fin, la diplomacia sirve. Que a los populistas que irrespetan el sistema democrático, les cueste hasta el tuétano mantenerse ilegalmente en el poder. Al final, porque hasta en eso los griegos fueron sabios, será la misma democracia la que pondrá las cosas en el sitio de donde nunca debieron moverse.