Medio: El Diario
Fecha de la publicación: lunes 14 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Muchos tipos de fraude electoral se prohíbe en las legislaciones electorales, pero otros están en infracción con leyes generales, como las que prohíben el asalto, el hostigamiento y la difamación. Aunque técnicamente el término cubre solo aquellos actos que son ilegales, a veces también se usa para describir actos que son legales, pero que son considerados moralmente inaceptables, fuera del espíritu de una elección o que violan los principios de la democracia.
Las elecciones show, de solo un candidato, a veces son clasificadas como fraude electoral, aunque pueden estar en cumplimiento de la ley y son presentadas más bien como referéndums.
En elecciones nacionales un fraude electoral exitoso puede tener el efecto de un golpe de Estado o el de una democracia corrupta. En una elección reñida, una pequeña cantidad de fraude puede ser suficiente para cambiar el resultado, e incluso si el resultado no es afectado, la revelación de que hubo fraude puede tener un efecto dañino si no es castigado, porque puede reducir la confianza de los votantes en la democracia.
Como todo fraude, el electoral consiste en una o más maniobras engañosas o maquinaciones, para lograr, en este caso, cambiar el resultado que hubieran tenido los comicios sin esas intervenciones ilícitas. Es un delito con fines políticos y en contra de la democracia, pues atenta contra la real voluntad de la mayoría popular.
El fraude es muy común a través de la historia y en diferentes países, consiste en prácticas diversas, como hacer desaparecer sufragios, aparentar el voto de personas fallecidas, que “lo emiten” a través de otras personas, adulteración de las actas donde deberían constar los resultados reales, no colocar boletas de ciertos partidos, realizar promesas a los votantes a cambio de inclinar su voluntad hacia determinado candidato, etcétera. En la actualidad se ha incorporado una nueva forma de fraude electoral, el electrónico, donde se tergiversa los resultados de las votaciones utilizando los medios electrónicos.
Bolivia se encuentra en preparativos de elecciones generales y el actual gobierno ya da muestras de la preparación de un gran fraude electoral,
El gobierno de Evo Morales ha perdido tremendo apoyo y pretende continuismo en contra de la voluntad popular que le dijo NO en un referendo. Sufrió una gran derrota como consecuencia de una gigante corrupción, abuso de poder, autoritarismo, mentiras y exagerada demagogia a lo largo de 13 años de una política llena de desaciertos.
Se está utilizando al TSE, que muy dócilmente está sometido a los caprichos y pretensiones del Órgano Ejecutivo.
La verdad es elocuente, existe temor a dejar el poder, ante los riesgos de que un nuevo gobierno ponga al descubierto grandes negociados, al igual que en Argentina, Brasil, Ecuador, Perú. Es decir enriquecimiento ilícito de sus gobernantes, estafa en licitaciones y compra de materiales, ejecución de obras sobredimensionadas económicamente, manejo discrecional de los recursos del Estado, etc.
Al igual que en Venezuela, se trata de la descomposición de un régimen que persiste en su permanencia en el poder.
Pero la tenencia del poder no es eterna. Saber cuándo dejarlo es tan importante como entender qué se debe hacer para obtenerlo. Para un partido político partir a tiempo, una vez que la credibilidad, el consenso o la legitimidad se han erosionado, significa ser viable en el futuro. En democracia es una inversión.
EL MAS no concibe la alternancia. El problema de Venezuela y Bolivia es, por ende, muy simple. Se trata de la descomposición de un régimen sin poder, pero que se rehúsa a abandonarlo. Son gobiernos corriendo en la ratonera por propia voluntad. No comprenden que deben dejar el poder y que cada día adicional hipotecan su futuro hasta como identidad política.
Y no es solo el partido de gobierno. Hay más partícipes en este crimen; en violaciones de derechos. Pero los dirigentes de la oposición tampoco han sido buenos maestros; deberían hacer un mea culpa. Tienen una estrategia incoherente, por decir lo menos.