Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 14 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La Real Academia Española (RAE) define posverdad como “toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público”.
En ese marco, Erika Brockmann, politóloga y psicóloga, explica que “en política influyen más las percepciones”, y que por ello los mandatarios Evo Morales y Álvaro García Linera formulan declaraciones “con una visión dogmática de la realidad, han construido una lectura de la realidad cada vez más aislada, más ajena a lo que realmente está pasando”.
El objetivo final -afirma- es “manipular la percepción de la gente para atraer más votos o recuperar un electorado que lo está viendo perdido”, puesto que el binomio del MAS busca ser reelecto por cuarta vez consecutiva.
Los periodistas internacionales Eric Alterman y David Roberts, en 2004, apelaron al denominativo discurso político de posverdad, para referirse a los actos de manipulación por parte de los representantes políticos, quienes -afirman- sin ningún escrúpulo mentían para conseguir sus objetivos.
En criterio de legisladores del Movimiento Al Socialismo (MAS), los informes y datos que proporcionan las autoridades “son reales” y la población -aseguran- lo constató en los 13 años de gobierno de Morales.
“No es mentira que en estos 13 años de gestión hubo estabilidad política, que ayudó bastante al desarrollo de nuestro país. La prueba es que un alto porcentaje de la clase baja subió a ser clase alta”, aseguró la senadora Eva Copa (MAS).
Sobre la frase “no es ninguna derrota”, que realizó el presidente Morales en referencia a la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, Copa asegura: “No hemos perdido. Claramente, el fallo dice que Chile tiene temas pendientes con Bolivia y que debe sentarse a dialogar”.
Sobre la declaración del vicepresidente Álvaro García Linera de que los niños ya no duermen con hambre, afirma que “es real”, pero admite que no se erradicó la desnutrición.
Para el constitucionalista Carlos Borth, muchos de los discursos de las autoridades de Estado encajan en el concepto de la posverdad, porque realizan declaraciones “cínicas y desesperadas, dirigidas a intentar disminuir y, en lo posible, revertir la pérdida de credibilidad y de respaldo popular que confrontan ambas primeras autoridades y su partido”.
El analista Fabrizio Mariaca sostiene que la posverdad es una característica del populismo, que procura la alteridad y escenificación.
En el primer caso -explica-, trata de promover una percepción negativa de la coyuntura o condición histórica. “Por ejemplo, decir que el 52 no promovió cambios estructurales, que el tema mar estaba empantanado pero ahora ganamos, que antes los niños tenían hambre ahora no, que antes la salud era restringida y ahora no lo será… genera alteridad entre el periodo de República y de Estado Plurinacional”, sostiene Mariaca.
En el segundo caso (escenificación), el Gobierno -dice el analista- introduce con sus discursos “una fase democrática exitosa del periodo gubernamental masista, respecto al periodo político fallido de otras fuerzas”.
Borth agrega que por ello las declaraciones de los mandatarios “van más allá de la verdad, no importa que sean falsas, no importa que no guarden mejor relación con la realidad”. No obstante, considera que “la población se percató de esto”, y por eso los discursos de los masistas “no tienen el efecto que esperan; por el contrario le van restando más puntos de credibilidad”.
Antonio Vargas, expresidente de la Asociación de Periodistas de La Paz, discrepa sobre que las declaraciones de las autoridades se enmarquen en el concepto de “posverdad”, pues -asegura- que “ni sociológicamente ni filosóficamente ni mucho menos políticamente se puede hablar de una posverdad, porque no hay nada más allá de la verdad”.
En ese marco, afirma que las expresiones de Morales y García Linera “son una tergiversación de la realidad, que surge de un interés político, económico y social. En este caso hablamos de un interés político, con el que se trata de desvirtuar algunas características que tiene la realidad para poder llevarla a tono, con un discurso político, que deben perpetuarse en el poder”.
Más allá de las definiciones, según Brockmann, hay elementos psicológicos que se deben tomar en cuenta porque “quienes, al detentar poder tanto tiempo, construyen sus propios relatos que se alejan de la realidad”.