Medio: El Deber
Fecha de la publicación: martes 08 de enero de 2019
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Si hasta antes de esta denuncia la mayor parte de las sospechas sobre la probable injerencia del oficialismo en el Órgano Electoral surgió fuera de la institución, ahora la desconfianza proviene nada menos que de su vicepresidente, que incluso deslizó que algún colega suyo estaría actuando de forma subterránea. Por este caso, la interna en el TSE se ha puesto al rojo vivo, lo que deja entrever que hay una relación cada vez más insostenible entre los mismos vocales.
No son cualquiera los empleados del tribunal retirados por decisión de cuatro de los seis vocales. Los afectados ocupaban puestos de altísima responsabilidad que requieren de profesionales con mucha capacidad y experiencia. De acuerdo a la explicación de Antonio Costas, los dos jefes fueron capacitados y los que han sido elegidos para asumir no tienen el mismo nivel en habilidades y competencias, por lo que pedirá las reincorporaciones. Sin embargo, la presidenta del TSE, María Eugenia Choque, salió al cruce y respaldó la destitución, con el argumento de que lo hicieron por recomendación de la OEA y que los reemplazantes son más competentes. Por lo tanto, advirtió que mantendrá la determinación tomada en sala plena, pese a las ausencias de dos vocales.
Por lo que se ve, todo estaría consumado, sin argumentos contundentemente técnicos para los retiros de ambos jefes. No solo hay un evidente quiebre interno, sino que la pulseada entre el bloque de los cuatro y el de los dos ‘institucionalistas’ será casi siempre ganada por los primeros, como ya se vio en semanas pasadas.
En una angustiosa soledad, Antonio Costas y Dunia Sandoval tendrán que aguantar las presiones y hacer una fiscalización interna prácticamente testimonial, ya que parecen estar con las manos atadas. Para eso les queda el recurso de la denuncia en los medios y que los ciudadanos reaccionen.
Estamos ante una profunda crisis de credibilidad del TSE que, si no se supera cuanto antes, tendrá graves consecuencias para la democracia. Algunos sectores ciudadanos exigen como solución la renuncia y el relevo de los vocales, lo que parece improbable, no porque pretendan solo atornillarse en sus cargos, sino porque al partido de Gobierno no le conviene abrir ahora el candado para una institucionalización auténtica del Órgano Electoral en el año de las presidenciales.