Medio: El País
Fecha de la publicación: viernes 04 de enero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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La democracia es, por lo tanto, una forma de gobierno, un modo de organizar el poder político en el que lo decisivo es que el pueblo no es sólo el objeto del gobierno, sino también el sujeto que gobierna. Se distingue y se opone así clásicamente al gobierno de uno la monarquía o monocracia, o al gobierno de pocos -la aristocracia y oligarquía. En términos modernos, en cambio, se acostumbra oponer la democracia a la dictadura, y más generalmente, a los gobiernos autoritarios Bajo estos preceptos el pueblo es el soberano o la máxima autoridad de una nación y su voluntad se expresa a través de elecciones o referéndums. Los resultados deberán ser respetados por lo que no se puede modificar o anular por ningún procedimiento o leyes posteriores por el estricto principio de preclusión y en razón de que la decisión es de la máxima autoridad y no existe otra con mayor poder que ella.
La democracia se encuentra estrechamente ligada al poder del pueblo por esta razón entiendo que "El futuro de un país consistirá en una sociedad de individuos libres, que ejerzan su libertad de la manera más amplia posible, lo que exige como requisito "una sociedad de ciudadanos razonables que interpreten correctamente el principio de la soberanía del pueblo", es decir entender el valor de la democracia en una sociedad de personas libres en la que cada uno pudiera ejercer su libertad sin que la misma fuese obstáculo para que otro pudiera disfrutarla del mismo modo.
La soberanía se define como el "poder absoluto y perpetuo de una República o Estado"; y soberano es la colectividad o pueblo, que otorga origen al poder trasfiriendo sus derechos a favor de la autoridad. Cada ciudadano es soberano y súbdito al mismo tiempo, ya que contribuye tanto a crear la autoridad y a formar parte de ella, en cuanto que mediante su propia voluntad da origen a esta, y por otro lado es súbdito de esa misma autoridad, en cuanto que se obliga a obedecerla. La voluntad general tiene el poder soberano, es aquella que señala lo correcto y verdadero, y las minorías deberían acatarlo en conformidad a lo que dice la voluntad colectiva. Al respecto, algunos autores denominaron como soberanía popular que se mira como más cercano al pueblo, el cual se supone que actualmente tiene un grado de cultura cívica y moderación mucho más alto que hace tiempo, por esta razón se afirma la soberanía del pueblo pero esta afirmación tuvo contraposiciones porque se decía que soberanía radica en la nación y no en el pueblo, queriendo con ello expresar que la autoridad no obraría sólo tomando en cuenta el sentimiento mayoritario coyuntural de un pueblo, que podía ser objeto de influencias o pasiones desarticuladoras, sino que además tuviese en cuenta el legado histórico y cultural de esa nación y los valores y principios bajo los cuales se habría fundado. Además, el concepto de nación contemplaría a todos los habitantes de un territorio, sin exclusiones ni discriminaciones. En tanto que los parlamentarios son representantes y no mandatarios, y gozan de autonomía propia una vez elegidos y ejercen sus cargos mediando una cuota de responsabilidad y objetividad al legislar; en cambio los mandatarios deben realizar lo que su mandante le indica, en este caso el pueblo; quien tiene el poder de decisión, de dar las leyes sin recibirlas de otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas, pero sí a la ley divina o natural.
Una interpretación correcta del principio de soberanía popular requiere profundizar en el concepto del poder soberano, en el mismo concepto del poder, que se entiende como absoluto y en el orden jurídico normativo. Estos constituirán los pasos previos que se debe dar a fin de entender de manera adecuada las distintas concepciones acerca del poder, hasta comprender que la expresión genuina de la voluntad política es la opinión pública que se articula con la democracia representativa y participativa, lo que lleva a abordar el problema desde una perspectiva que no sea ni fáctica ni normativa, sino racional, de manera que se pueda construir el concepto de la opinión pública como la expresión de una voluntad política racional antes que arbitraria.
Es necesario entender que el poder soberano es precisamente un poder absoluto, sin límites efectivos, pues incluso los límites de tipo moral, aquellos que vienen determinados por las leyes naturales que descubre la razón, no pueden actuar como freno puesto que sólo tienen viabilidad en el ámbito interno, lo que lo lleva a configurar al poder soberano como un poder fáctico, que es imprescindible en la ordenación de todas las relaciones externas, que conlleva la unidad entre política el poder del pueblo y la conducta transparente de este último que tiene que ver con dos enfoques, uno interno, que es el propio de la moral, y otro externo, que es sobre el que manda el derecho creado por el soberano; en el primero rige el deseo de que se cumplan esas leyes de la naturaleza, esto es, la buena voluntad; el segundo estará presidido por la fuerza irrestricta del soberano.
Es relevante explicar cómo se constituye, por institución o adquisición, un poder común, en tanto que el poder constituido, pueda establecer la ley y con ella la posibilidad de prohibir por injustos ciertos actos. "Donde no se respeta la decisión de la mayoría soberana que es el poder común, no hay Ley; y donde no hay Ley, no hay justicia", por lo que sólo donde se respete la decisión soberana habrá ley y, en consecuencia, también habrá justicia e injusticia, así como propiedad, esto es, la separación de poderes y con ello la vigencia plena de la democracia.
Si bien existen algunas diferencias entre la constitución del poder por institución y por adquisición, me centraré fundamentalmente en el primero, pues en relación con lo que importa, el concepto del poder soberano, es más que suficiente y hay que entender que la generación de un Estado se hace por medio de la rigidez de "un poder común que pueda defender -a los hombres- de una deficiente interpretación que le arrebate el poder al soberano. Ese poder común se alcanza cuando los hombres confieren "todo su poder y toda su fuerza individual a un solo hombre o a una asamblea de hombres que, mediante una pluralidad de votos, puedan reducir las voluntades de los súbditos a una sola voluntad". Debe quedar establecido que la soberanía popular es la fuerza que se opone a la dictadura de gobiernos autoritarios y totalitarios, bajo el principio constitutivo del derecho adquirido en las luchas por los derechos de las personas.