Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 03 de enero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La habilitación forzada de Evo y las condiciones desiguales que rodean la competencia electoral de octubre de 2019 transgreden la reglamentación de todo código de ética deportiva sancionado por organismos que velan por la justa y sana administración de estos eventos. En sentido figurado afirmo que Evo Morales ingresó a la contienda ‘dopado’. Según el Comité Olímpico Internacional, el dopaje consiste en “la administración o uso por parte de un atleta de cualquier sustancia ajena al organismo o tomada en cantidad anormal o por una vía anormal, con la sola intención de aumentar en un modo artificial y deshonesto su desempeño en la competición”.
Me explico. El régimen alteró las reglas de un juego limpio, usa y abusa de los recursos públicos con fines proselitistas apropiándose impune y festivamente del patrimonio de los bolivianos. ¿No es acaso el incremento sistemático del presupuesto del Ministerio de Comunicación y de la Presidencia aprobado para este 2019 comparable a la ingestión irregular de esteroides anabólicos, que, de manera artificial, incrementan la musculatura del MAS para resistir esta prueba de resistencia de largo aliento?
Es previsible que poco o nada hará el Órgano Electoral para garantizar transparencia del proceso o prohíba la presencia y la imagen del caudillo benefactor en actos y propaganda de obras gubernamentales. “El 2019 el pueblo elegirá entre el camino del progreso y desarrollo con Evo o el camino oscuro y triste”, ha sentenciado García Linera falseando la realidad y manipulando miedos.
La inversión en anabólicos es creciente y proporcional al crecimiento de la ilegitimidad y descrédito de la palabra y obra del binomio presidencial. Su rendimiento es decreciente. Ocurre cuando las señales de alerta en materia económica están encendidas, aunque camufladas por la pirotecnia electoral. “Un día los anabólicos desaparecerán o disminuirán, entonces el queque se desinflará y como no se han trabajado las piernas productivas, la economía volverá a tambalear”, sentenció hace años Gonzalo Chávez. El desgaste es inocultable. Por eso y mucho más, la realidad nos compromete a denunciar el juego sucio, controlar el voto en mesa y superar la condición de meros espectadores de tanta impostura y aparente fortaleza. ¿Será 2019 el final del doping y la parafernalia populista?