Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 02 de enero de 2019
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
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El coronel que dice que las mujeres se inventan violaciones o abusos, los diputados que apoyan esa visión, incluso las mismas mujeres que critican a otras mujeres por no ser recatadas. Todo se confabula con esa especie de ellas y nosotros.
Lo normal es que ellas reaccionen (y poco lo hacen) ahora porque han llegado el límite de la aceptación de una situación de opresión ancestral, amparada por toda una cultura de defensa del patriarcado, del machismo y la misoginia.
Las mujeres han sido esa especie humana al servicio de todos, particularmente de hombres. Han sido autoras de la historia y siempre han sido ignoradas. No llevan ni la inicial entre los patriotas. Si han sido valientes, ha sido dentro de los marcos de una cultura de guerra, no dentro de la cultura de la paz y el compromiso.
La mujer sigue siendo considerada esa especie de víbora lista para saltar al redil y acusar, injustamente por supuesto, al macho que sólo hizo una cosita. Embarazarla es culpa de ella, enfermarse con alguna enfermedad venérea culpa de ella, infidelidad culpa de ella. ¿Acaso no se nota en nuestras calles, en nuestros mercados, en las casas, en los barrios, acaso no vemos una realidad que nos apabulla?
El conquistador macho busca joven bonita, el conquistador descubre cara conocida. El macho está impreso en el ADN de los hombres y no se quiere cambiar. No queremos educar en igualdad, seguimos con leyes machistas y con dádivas de fingir igualdad. La igualdad es un factor humano, una demanda seria y clara que ellas y ellos son iguales ante la ley y ante la sociedad.
No es decir que ellas hagan lo que ellos o ellos lo que ellas, no, se trata de demandar igualdad. Igualdad es en todo, en las competencias, en los trabajos, en los roles, en los salarios; no el de apoyar a hacer un trabajo doméstico sino, el tomar el trabajo doméstico como una obligación además no retribuida. Yo no apoyo a mi mujer, yo cumplo con mi papel de hombre en casa y fuera de ella.
Los policías y las policías siguen todavía viendo sus roles como esa especie de ellas y nosotros. ¿No nos parece absurdo que ellas lleven tacones en su uniforme, o faldas, y ellos no? ¿No es ridículo el seguir limitando acceso a puestos de dirección más definitorios?
¿Dónde están las candidatas mujeres para las elecciones presidenciales? La paridad se convierte en una especie de obligación política y no una necesidad social.
¡Basta de fingir igualdad! Las calles están llenas de piropos y de admiraciones indeseables. Basta de seguir pensando que ellas son y nosotros somos, la humanidad es UNA y esa es la que está marcada en los derechos humanos.
Quien opine, como el coronel, o los diputados o senadores o jueces o juezas, no ponen en balance la opresión social a la que sometemos a las mujeres. Se está pecando de violar los derechos básicos de la humanidad.