Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 31 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
No es una opción fácil cuando va in crescendo el autoritarismo en las esferas del Gobierno, el MAS y sus organizaciones, y, como réplica, comienzan a aumentar los llamados a abandonar los caminos democráticos para enfrentar al oficialismo, particularmente de parte de aquellos que no han sido tomados en cuenta en la construcción de opciones democráticas y claramente buscan pescar en río revuelto.
Con esos antecedentes, a los que se debe agregar la consolidación en esta región del mundo de un entorno inamistoso con los constructores del socialismo del siglo XXI, se puede prever que, desde el primer día, el nuevo año demandará esfuerzos sostenidos para evitar que la violencia se apodere de la política y la sociedad.
Obviamente, quien tiene la mayor responsabilidad es el Primer Mandatario, pues está en sus manos abrir los cauces a la paz o a la violencia, pues la semilla de la violencia es su “rererepostulación” porque viola la Constitución Política del Estado (CPE) y la voluntad popular expresada en el referendo del 21 de febrero de 2016, y los tóxicos agroquímicos que ayudan a que germine son la caótica administración del Estado, con la corrupción como su característica fundamental, y la sucesión de arbitrariedades que el Gobierno va adoptando para torcer la voluntad popular a medida que se va fortaleciendo la animadversión al régimen. Por tanto, si el Presidente optara por la paz, lo que debería hacer es retirar su nueva postulación.
Si no lo hace, implicaría que tampoco le importa, por un lado, que esta grosera forma de mantenerse en el poder a como dé lugar esté llevando al descalabro el proyecto político que encarnó hace casi 20 años, pues para que éste se mantenga requiere ser remozado y dirigido por una renovada dirigencia que no haya caído en las redes de la corrupción y la frivolidad. Por otro lado, el hecho de que la historia, más tarde o más temprano, lo evaluará no tanto por lo que hizo en sus gestiones de gobierno, sino por la forma en que salió de la vieja casona de gobierno o del nuevo rascacielos presidencial.
Pero no sólo el Presidente definirá el camino que finalmente siga el país. Esto también dependerá, aunque con menos intensidad, de la forma en que las diversas expresiones opositoras enfrenten democráticamente al MAS.
Me alineo entre quienes creen que es bueno que haya unas tres/cuatro candidaturas presidenciales en cancha que revisten seriedad y visión de futuro, y se sostengan hasta que las circunstancias democratizantes exijan algunas fusiones más, sin descartar (o, mejor, impulsando) acciones comunes de beneficio ciudadano. Por ejemplo, presentar impugnaciones en forma conjunta a decisiones que afectan la transparencia en la campaña electoral o establecer acuerdos para crear sistemas de control de las mesas electorales que permitan que se evite cualquier posibilidad de fraude. En extremo, tener la capacidad de aunar fuerzas si por desesperación o presión de los aliados del socialismo del siglo XXI el Gobierno desconoce abiertamente el sistema democrático aún vigente.
Es importante mostrar a la ciudadanía que la opción por la democracia no es sólo testimonial, sino que se están realizando acciones para fortalecerla, y que, como contraparte, los ciudadanos, hombres y mujeres, debemos seguir defendiendo el sistema democrático, como lo hacemos desde fines de la década de 1980, participando activamente en la campaña electoral y en la votación propiamente dicha.
En fin, el 2019 exige, desde el miércoles, reforzar nuestra convicción democrática como única posibilidad de mantener la paz en el país…
Juan Cristóbal Soruco Q. es periodista.