Medio: El Diario
Fecha de la publicación: jueves 27 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Es legítimo cuando proviene según las leyes del país (Constitución). En países democráticos tiene como sustento la legitimidad otorgada por el pueblo, mediante el voto popular (elecciones), pero se le suele considerar abusivo cuando hay exceso en el ejercicio de funciones, en materias que son del ámbito de los otros poderes (se la conoce como intromisión de poderes). El poder político es ilegítimo cuando utiliza mecanismos no autorizados por las leyes y se adueña del gobierno. Es el caso de Bolivia, donde el gobierno controla todo y digita a su antojo, según sus objetivos, entre ellos la permanencia indefinida en el poder, incluso ilegítimamente, pisoteando la CPE. Hace uso y abuso del manejo de la cosa pública, incluso disponiendo alegremente de cargos en la Administración del Estado, con descaro y dispendio económico en turismo permanente, tanto al interior como exterior del país. Sin tener la legitimidad que otorga el voto popular, para una adecuada conducción…
Existe también coacción porque se la utiliza para que terceros sigan una determinada conducta… La coacción se fundamenta en el temor a un daño seguro en caso de incumplir lo ordenado. Este poder, según los anarquistas clásicos, hace que se ponga en perspectiva la libertad del individuo, dando como finalidad la dominación de éste a través de reglas coactivas (derecho), las cuales en vez de ordenar… subordinan.
El actual poderoso ya no utiliza sólo recursos económicos sino también ejerce violencia o agresiones morales, como sucedió con un humilde albañil en Potosí, quien en uso de sus derechos políticos, democráticamente, con valentía le dijo al poderoso: BOLIVIA DIJO NO y que respete el resultado del referéndum del 21F, y por ello fue detenido.
El poderoso atemoriza al pueblo para asegurar esa posición circunstancial. No entiende aquel que se cree poderoso que solo el poder de origen divino es incontestable, a no ser por otro poder de igual estatus o instituido por un dios diferente.