Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: miércoles 26 de diciembre de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Procesos contra autoridades electas
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Los torpes eslóganes de “Cochabamba, única… corazón de la madre tierra… ciudad de todos… hagamos bien las cosas… sorprendente…” incorporaron la calamidad de la expresión de sus humores.
En la práctica política, la autoridad debe expresarse con ideas y con hechos. Las ideas enuncian propósitos y compromisos y los hechos materializan los proyectos de quien conduce la entidad pública. En ese marco, después de la turbulencia política a la que ha sido sometido nuestro municipio por irregularidades cometidas por advenedizos, es hora de que los cochabambinos, al menos, redefinamos la misión de nuestro gobierno local.
Gobernar un municipio implica tener capacidad, lealtad y compromiso con los ciudadanos que hoy demandan renovar estructuras, comportamientos y acciones para intentar recuperar la credibilidad y procurar el prestigio de la función pública, y éste es un tiempo que pone a prueba al alcalde suplente y a los once concejales de la Provincia Cercado.
Es hora de exigir una urgente corrección en la gestión, y para ello debemos unirnos todos, seamos cochabambinos o no, para que los servidores públicos electos se empeñen en cumplir el encargo con eficacia y eficiencia, y sobre todo con honestidad, dejando de lado sus caprichos personales, de grupo, o político-partidario, de manera de avanzar hacia una administración municipal humana, próxima, sensible y con un aparato dinámico, eficaz y justo.
Después del desastre ocasionado por algunos forasteros, el alcalde debe resistir las exigencias nada dignas de varios concejales y asambleístas que, desfachatadamente y bajo presión de que si quieres apoyo “no tocas a mi gente… debe irse tal… o volver cual… debes designar a zutano… necesito dos direcciones, tres jefaturas e ítems para mi gente…”, etc., y la principal preocupación del alcalde no debería ser dar ‘pegas’ para ayudantes o amigos de legisladores específicos, sino que debe fortalecer el grado de aceptación de la ciudadanía, haciendo que su trabajo sea reconocido, mejorando la comunicación, buscando una cercanía seria, responsable y respetuosa con todos los grupos sociales que convivimos en cada distrito, pero, sobre todo, promoviendo un cambio en la percepción que los ciudadanos tienen del gobierno local. Su objetivo debería ser gobernar –que quede muy claro– con plena transparencia y honestidad, es decir, una entidad de cero tolerancias a la corrupción, ya que, si no hay perdón contra el delincuente, mucho menos lo habrá para la deshonestidad en el servicio público municipal.
Bajo esas medidas, el alcalde suplente debe iniciar los últimos 17 meses de la gestión del Movimiento Demócrata Social y los vecinos debemos vigilar porque así sea, ante cualquier otro intento de un nuevo cambalache que se gestaría desde un reclusorio de la ciudad, a través de los correveidiles comisionados y defensores del suspendido alcalde que, por el bien de la ciudad a la que dijo amar y respetar, por decencia personal y familiar, debería renunciar.
El autor es abogado.