Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: lunes 24 de diciembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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En nuestro país vivimos una etapa preelectoral en la que el común denominador es la especulación y la ‘opinología’ superficial para confundir y hasta convencer a la población mediante la consigna sin entrar en un debate profundo.
Uno de los planteamientos ‘superficiales’ que más se escucha en este momento es que deberían suspenderse las elecciones primarias bajo el simple argumento de que existe un solo binomio por fuerza política y por lo tanto este proceso carece de sentido.
En este análisis (y lo reitero) superficial se deja de lado un elemento importante en esta coyuntura, en la que se resalta que muchos de los candidatos presentados por diferentes fuerzas políticas hasta antes de presentarse estos binomios nunca tuvieron relación política ni ideológica, menos militancia en ellas, y sus candidaturas fueron definidas por una cúpula partidaria reducida, cómo tradicionalmente sucedió en nuestro país, sin consulta ni consentimiento de la militancia.
Si tenemos en cuenta que las candidaturas de una fuerza política, para tener sentido y coherencia, deben reflejar la ideología política y finalmente representar a la militancia del movimiento político que lo postula (si no, no sería un requisito para obtener personalidad jurídica ante el TSE definir una ideología y cada fuerza política podría tener ‘ideología libre’), se hace evidente que para fortalecer la democracia y que las elecciones no se conviertan en un recipiente vacío de un puñado de candidatos que negociando con unos cuantos dirigentes que actúan casi cómo ‘dueños’ de sus movimientos políticos definan candidaturas aún con posiciones que deslegitimen y vayan en contra (o al menos no en concordancia) de la ideología política que define a sus militantes, sin siquiera consultar a su militancia: estas elecciones primarias son especialmente importantes en este momento político porque es necesario legitimar estas candidaturas consultando con la base militante de cada movimiento político si aprueban o no estas candidaturas definidas por cada dirigencia.
Esto sin duda es profundizar la democracia; vale decir, en estas elecciones primarias no sólo importan la cantidad de binomios por fuerza política, si no que se pone a prueba la calidad de estos binomios ante sus propias bases. A futuro se abre además un camino donde se generará, paso a paso, una cultura política al interior de cada fuerza política, donde cualquier grupo de militantes tenga el derecho a también inscribir binomios de posibles candidatos para ser sometidos en primarias a la evaluación y decisión de toda la militancia, y no sea sólo un grupo reducido de dirigentes que defina como un derecho exclusivo por encima de todas su militancia quiénes serán candidatos.
Otro planteamiento que está siendo mediatizado es que un elemento fundamental de la democracia es la alternancia, vale decir en palabras simples y directas, que la democracia se basa en un principio de “turnos” entre los políticos, donde si alguien ya fue presidente no puede ni siquiera volver a postularse porque rompería el turno de los demás, cómo si la democracia se basara en una especie de pasanaku político.
La democracia al contrario, se trata de un sistema político donde el poder emana del pueblo, y si el poder emana del pueblo es lógico plantear que no es correcto pretender restringir al pueblo su derecho a elegir a quién lo gobernará diciéndole, “ya no pueden elegir a esta persona porque ya fue elegida y ahora le toca a otra”. De todas maneras, el fundamento de la democracia es el respeto a la forma de pensar del otro, y escuchar al otro finalmente enriquece el proceso político, pero es importante entrar en un debate más profundo, entendiendo que más allá de la “democracia teórica” la democracia real se basa en que no pueden existir bolivianas ni bolivianos de primera, de segunda y hasta de tercera.
Mientras las condiciones de educación, salud, acceso al desarrollo, entre otras, sean distintas en las ciudades y en los últimos rincones de nuestra patria, mientras quienes tienen dinero puedan acceder a una justicia “en mejores condiciones” que quiénes no lo tienen, no podremos hablar de una democracia plena aunque elijamos a nuestras autoridades, ése es el desafío que como país tenemos y son los temas trascendentales por debatir.