Medio: El Día
Fecha de la publicación: domingo 23 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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El tema está permanentemente actualizado y en nuestra región no ha dejado de tener protagonistas conocidos. Recordemos que el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez invocó un socialismo siglo XXI, modalidad de dictadura encubierta, que dejó como a su seguidor al actual presidente de Venezuela Nicolás Maduro, identificado ahora como jefe de un régimen dictatorial, de manera que todo apoyo al mismo es identificarse con él y aparecer ante la comunidad internacional como cómplices o encubridores de sus desmanes. Nos parece por ello que están fuera de todo contexto democrático unas recientes declaraciones del primer mandatario de la República, quien hace pocos días afirmaba: “Aquí en Bolivia hemos entendido perfectamente que la continuidad había sido tan importante, por eso Bolivia va cambiando”. Una declaración ciertamente inoportuna que se pronuncia por el sistema del “continuismo” indefinido en el ejercicio del poder para beneficiar a personas y a partidos.
Si bien la continuidad del sistema republicano es imprescindible para el desarrollo de los pueblos, ello no quiere decir que se tenga que admitir – o tolerar tal vez – una forma de continuismo individual que al ser impuesta sirva para suprimir la alternabilidad democrática en el ejercicio del poder y ceder espacio al despotismo y autoritarismo. De ahí que el movimiento masivo de protesta que se ha desatado en el territorio nacional, ante los propósitos oficiales de promover la repostulación de los actuales mandatarios, haya adquirido plena legitimidad.
Ni la Constitución Política boliviana (art. 168) ni la Carta Democrática Interamericana han omitido destacar en sus textos la alternabilidad en el ejercicio del poder a fin de poner atajo a formas de continuismo de regímenes dictatoriales, pues “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, - dice el art. 3 de este documento histórico – el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”. La importancia y oportunidad de este enunciado universal nos llevan a transcribirlo en su texto íntegro.