Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 23 de diciembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Desde hace semanas, uno de los temas que está en el centro de la polémica es la convocatoria a elecciones primarias para que se realicen el 27 de enero próximo.
El sentido común señala que éstas no deberían organizarse, por la obviedad de que las ocho fuerzas políticas inscritas tienen, cada una, un solo binomio en competencia. Pero lo razonable no lo es para el masismo, empeñado en cumplir con su estrategia política o “mostrar su musculatura”, como sostiene el Vicepresidente.
Dos vocales del Tribunal Supremo Electoral, Antonio Costas y Dunia Sandoval, han pedido que se analice la suspensión de esos comicios. Las razones son tan simples como contundentes: no se pueden malgastar 27 millones de bolivianos en un acto que no “elegirá nada” y simplemente ratificará a los candidatos ya inscritos.
Tirar a la calle 27 millones de bolivianos para eso, en el país más pobre de Sudamérica, es una barbaridad.
Costas y Sandoval han pedido que la sala plena del TSE demande a la Asamblea Legislativa Plurinacional la aprobación de una ley que suspenda las primarias. El masismo en pleno ha salido a rebatir esa posibilidad. La presidenta del Órgano Electoral, María Eugenia Choque, actuando ya claramente como una vocera del Gobierno, ha descartado que las primarias puedan suspenderse. No hay diferencia de argumentos entre Choque y los parlamentarios del MAS.
En el seno del TSE, cinco vocales responden a las órdenes del Gobierno (tampoco es que se avergüencen, todo lo contrario): la ya mencionada Choque, además de Idelfonso Mamani, Lucy Cruz, Lidia Iriarte y Édgar Gonzales. Sólo Costas y Sandoval son independientes, dejando el voto, lamentablemente, 5-2 a favor del MAS. Es la banda de los cinco.
De todas maneras el debate sigue y se está convirtiendo en una nueva fuente de costo electoral para el MAS. La soberbia, por lo general, no genera respaldo.
Las primarias estaban previstas para el proceso electoral de 2024, pero la Asamblea Legislativa cambió los plazos e hizo que valieran para el de 2019. La intención del MAS era adelantar los plazos para lograr dos efectos: electoralizar el ambiente político lo antes posible, evitando que crezca el movimiento del 21F, y adelantar la habilitación del presidente Evo Morales.
Ambas cosas se han conseguido, gracias al control que tiene el Gobierno sobre los otros poderes, empezando por el Legislativo y, especialmente, el electoral.
El deseo de eternizarse en el poder provoca cualquier cosa, entre otras que se realicen elecciones primarias sin competencia de binomios, sin importar que sean un absurdo.
Pero Morales y Álvaro García Linera han forzado a adelantar las primarias por una tercera razón: demostrar, aunque sea artificialmente, su capacidad de movilización. Como en la actualidad, para ambos el poder del voto tiene menos importancia que movilizar a sus huestes en las calles, están obsesionados en realizar grandes actos de masas. Ellos son importantes políticamente, pero no tienen la validez del voto. En ese terreno, desde 2016, el MAS es un partido minoritario. Ante esa situación, trata de compensar las cosas sacando más y más gente a la calle, en general a funcionarios públicos que deben, con su dinero, trasladarse en largos viajes en flota, participar en eventos, y luego retornar lo antes posible, ya que si demoran en reintegrarse al trabajo son castigados. Es un abuso descarado.
Las primarias ingresan en ese escenario. Morales y García Linera han reconocido que lo que quieren hacer ese día es demostrar la gran diferencia de militantes que tiene el MAS con respecto a los partidos opositores. Si para ello deben gastarse 27 millones de bolivianos, pues habrá que hacerlo.
Un régimen como el actual no se detendrá en nada con tal de cumplir con sus objetivos políticos. Incluido malgastar dinero, aun a riesgo de cometer un acto de daño económico al Estado.
Morales y García Linera creen que, el día de la votación, cuando existan miles de votos más por su binomio que por el de los otros partidos, ello generará admiración y respaldo. Por el contrario, lo que provocará es irritación por la manera cómo miles de personas han sido forzadas a inscribirse en ese partido y cómo 27 millones de bolivianos han sido malgastados patéticamente.