Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 23 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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En medio de las protestas populares porque la actual administración ilegalmente ignoró los resultados del referendo del 21 de febrero de 2016 (convocado por las propias autoridades en ejercicio) y ante la cercanía de unas innecesarias elecciones ‘primarias’, cabe preguntarse acerca de cómo podremos algún día en Bolivia llegar a la madurez democrática de las repúblicas consolidadas. La democracia es madura si ha persistido lo suficiente como para que sea improbable su reversión o un retorno del autoritarismo, salvo que intervenga una fuerza externa de alta magnitud.
La condición necesaria de la madurez es que se tengan al menos dos cambios de gobierno pacíficos, legales y democráticos. La condición suficiente está dada por la permanencia de un Estado de derecho que garantice igualdad ante la ley mediante un órgano judicial independiente e idóneo, un cuerpo legislativo pluralista y exista libertad de opinión. Si estas condiciones se cumplen, se marcha por la senda correcta hacia una democracia republicana madura.
Es más, algunos politólogos, entre ellos Samuel Huntington, complementan lo anterior expresando que una democracia alcanzó la madurez cuando se han tenido por lo menos dos transiciones de poder de un líder legítimamente elegido a otro líder opositor. Es el principio de la doble alternancia, o sea, hay mayor madurez cuando el partido político en función de gobierno es derrotado en una elección libre por el candidato de otro partido político contrario y se alternan el mando en paz. De adherirse a la estricta definición de Huntington pocas son las democracias maduras, debido a la larga permanencia en el gobierno de un solo grupo político, aunque esté representado por cambiantes individuos y haya elecciones.
Sucedió en México hasta el 2000 y viene sucediendo en otros países. El refuerzo esencial de la madurez democrática es la alternancia, la convivencia pacífica de corrientes opuestas que en sucesivos comicios ganan o pierden el mando sin ningún tipo de convulsión. Las democracias maduras mejoran constantemente sobre la base de su visión del deber ser democrático, el respeto a la ley y la fortaleza institucional. Anhelamos en Bolivia alcanzar algún día una democracia madura. Hoy vemos, con preocupación, que fuerzas oscuras traban esa sana aspiración y nos quieren arrastrar hacia el precipicio del autoritarismo.