Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 04 de enero de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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Los estragos que causa el poder
Cuando se hicieron cargo del gobierno, una frase parecía definir la intención: “proceso de cambio”. Ha pasado más de una década y es razonable esperar resultados; así sean parciales, pero con una dirección determinada. ¿Se avanza hacia el socialismo? Que lo digan otros que saben mejor. Mi propósito es simplemente mencionar algunos aspectos que se ven de lejos, y en el personaje que más concentra el poder.
Se afirma que el excesivo poder, en igual magnitud corrompe: a más poder, más corrupción. Eso dicen los que habitualmente analizan la realidad de la politiquería nacional. Para convencerse, tal vez sea suficiente ver un periódico de cualquier fecha. Si ya no hubiera noticias cotidianas sobre la corrupción, significaría que el “proceso de cambio” ha llegado hasta Las Batuecas andinas. Pero esas habas se cuecen hoy a calderadas. No hay quien las pare.
Al efectuar su periplo por las “europas” dijo que él nunca ni había soñado llegar al escenario donde actúa. En aquel diciembre la diosa fortuna puso en sus manos un billete premiado del “gordo”. Y entonces su vida cambió; cambió ¡tanto! que ya no se parece a lo que antes era. Ahora es soberbio y arrogante: “el que manda aquí soy yo”, le advirtió cierta vez al ex Defensor del Pueblo. Algo parecido dijo el Capitán del Siglo: “El que manda, manda y cartuchera en el cañón”.
Desde luego, debe ser difícil no perder la chaveta en esas brumosas alturas del cargo y del tiempo. Y peor todavía cuando hay indicios que presagian su próxima caída. El personaje de marras parece representar con gran realismo el miedo. Miedo a abandonar el Palacio Quemado, miedo a volver a su identidad anterior, miedo a enfrentar la verdad y la justicia. El mundo es pequeño cuando se trata de saldar cuentas.
Y también da vueltas. Algunos sucesos de ayer vuelven, aunque bajo otras circunstancias, con otros actores, pero vuelven. En los años 70 el Cnel. Banzer dijo a unos dirigentes campesinos: “Si encuentran algún extremista en el campo, tráiganmelo o mátenlo”. ¡Terrible consigna! Eran los días aciagos de la dictadura. Una expresión similar de otro personaje acaba de publicar la prensa. “Pido a las FFAA identificar a los enemigos externos e internos del país”, ha dicho. ¿Y quiénes son esos enemigos? Por naturaleza, los uniformados siempre portan armas. No pueden actuar al margen de la ley ni por su cuenta. Obedecen órdenes. Los que mandan, hablan poco, y lo que dicen es casi siempre una orden.
Pero cuando se camina a tropezones, hasta el rumbo se torna incierto. El estar de mal humor es un indicio que lo revela. No contestaría ni al teléfono, ha dicho el ex director de Radio Fides “porque la última vez que hablé con él se portó muy mal; y peor todavía ése que lo reemplaza a veces”. Tal vez no saben o han olvidado – pienso yo - que “lo cortés no quita lo valiente”.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.