La colectividad nacional esperaba que se cumpla la Carta Magna, que se tenga en cuenta el referéndum del 21 de febrero de 2016 que negó, categórica y terminantemente, que haya una nueva repostulación y consecuentemente, una nueva re-elección con los candidatos que ya ejercen la Presidencia y Vicepresidencia durante trece años.

Desde la lectura de resultados del referéndum de 2016, la comunidad nacional se ha expresado en sentido de que ninguno de los dos candidatos puede ser reelegido; que el TSE está obligado a respetar y cumplir los mandatos, por mayoría de votos, de la consulta que decidió no otorgar más confianzas a ambos postulantes; pero más pudo la posición oficial y del partido del Presidente, para ignorar los resultados que han sido categóricos y que el mismo Primer Mandatario reconoció, en su momento. Aunque, muy posteriormente, expresó que “eran resultados de la mentira”, arguyendo que “lo que vale es la disposición del Tribunal Constitucional que los habilita para una nueva elección”.

El ex–presidente Mesa y hoy candidato a la Presidencia, ha expresado en muchas oportunidades su apego a la Carta Magna y pidió al presidente Morales que honre su palabra y retire su candidatura. Argumentó que el referéndum del 21 de febrero tiene carácter vinculante, es decir que su cumplimiento es obligatorio para todos. No han valido argumentos constitucionales y tampoco las expresiones por medio de los medios de comunicación en contra de la pretensión para ser reelegido. Ha señalado el Sr. Mesa, al igual que los otros candidatos de la oposición, el criterio de que obrar en contra de la Constitución es desconocer la vigencia democrática y, además, traicionar la voluntad soberana del pueblo.

El TSE al haber emitido la resolución de habilitar al binomio, lo que hace es caer en total desprestigio y reconocer que no les importan a sus miembros ni la Constitución ni las leyes. Se dice que hubo dos abstenciones, pero la experiencia enseña que cuando hay posibilidad de mayores votos se fabrica decisiones para mostrar conductas democráticas, cuando no las hay; en concreto, lo grave es que el pueblo no reconoce esas abstenciones por considerar que son “parte de un show”.