Medio: El Diario
Fecha de la publicación: martes 18 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El asunto concreto, que da fe a su atención, consiste en que Evo
Morales y Alvaro García llegaron al gobierno mediante una elección que
los favoreció con alto porcentaje, aunque con un programa que nunca
habían enunciado. Al asumir sus cargos, ambos personajes juraron cumplir
y hacer cumplir la Constitución, en ceremonia a la vista de todo el
pueblo. Enseguida convocaron a una Asamblea Constituyente que redactó y
aprobó una nueva Constitución Política del Estado. Es más, esa Carta
Magna fue aprobada por referéndum (25 de enero de 2009) y proclamada por
el gobierno “por la voluntad del soberano”. Los mandatarios juraron
cumplir y hacer cumplir la nueva Constitución. Ese texto fue publicado
en varios idiomas y ediciones de lujo de todo tamaño para circulación y
acatamiento obligados. Es más, prometieron acatar sus resultados y no
modificar, entre otros, el Artículo 168 de la Constitución que establece
que el mandato del Presidente y Vicepresidente “es de cinco años,
pueden ser reelectos por una sola vez de manera continua”.
Sin embargo, conocido el resultado vinculante del referéndum del 21F, los gobernantes incumplieron su palabra, según la política del libre albedrío de “meterle nomás”, y afirmaron que el voto ¡NO! era una “mentira”, por lo que, sueltos de cuerpo, decidieron no acatar ese resultado, manifestando que la repostulación es un derecho humano, argumento con el que hicieron que el Tribunal Constitucional sentenciara que el Artículo 168 no tiene valor y, desde un punto de vista político colonial, que la Constitución boliviana está por debajo de acuerdos internacionales.
En esa forma, los gobernantes dejaron de cumplir el fruto de su propia hechura, así como la Constitución redactada de acuerdo con su gusto y sabor y que, además, hizo ratificar con un referéndum de su propia convocatoria.
Con el objetivo de prorrogarse indefinidamente en el poder, sin explicación lógica alguna, y no cumplir el resultado de la voluntad del Soberano expresada en el referéndum del 21F, los gobernantes buscaron otros argumentos, enseñando, a la par, al pueblo que no cumpla con lo dispuesto por la Constitución que juró cumplir y hacer cumplir (Art. 172). En efecto, teniendo en el puño al Órgano Legislativo, hizo aprobar la Ley de Organización de los Partidos Políticos y, finalmente, que el Tribunal Electoral habilite a los candidatos vetados a participar en las elecciones. Así, el valor vinculante de la soberanía del voto popular quedó hecho añicos y amenazando a la opinión pública, como la espada de Damocles.
Esos serían las premisas y los aspectos centrales de este asunto, considerado desde el punto de vista histórico, de lo que ocurre, pero, pese a ello, sirve para sacar la conclusión lógica de que la tienda gobernante no cumple con lo que juró cumplir y, al mismo tiempo, da mal ejemplo y enseña al pueblo a no cumplir con la Constitución, lo cual no es una patología psicológica, sino un simple desconocimiento de las reglas elementales de la lógica y raya en el absurdo.
El incumplimiento de disposiciones constitucionales, por parte de los gobernantes, cual si fuera un bumerang, enseña y obliga al pueblo a no cumplirlas, Y, considerando que nadie las respeta, seguirá las instrucciones superiores y barrerá, en su momento, con lo que encuentre a su paso, inclusive con los maestros que le enseñaron a no acatar y oponerse al cumplimiento de la Constitución. Es un antagonismo de funestos resultados y expresión de la ley de la negación de la negación, que es la forma en que evoluciona la vida de los pueblos.