Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 16 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El primero, el pedido de aprobación de la CPE por 2/3 de los constituyentes vía piquetes de huelga de hambre. Personalmente di inicio al primero de ellos en la Cámara de Comercio de Cochabamba, en la perspectiva de que los cochabambinos pasen de una postura “observadora de los acontecimientos a nivel nacional” a una actitud proactiva en defensa de un texto constitucional consensuado. En esa época, Evo todavía encantaba en la ciudad y su imagen no estaba afectada como ahora. Recuerdo haber sido el primer huelguista durante un par de días (después los piquetes se masificaron en toda la ciudad) y recuerdo cómo el vocero gubernamental de entonces, Alex Contreras, deslegitimaba una acción absolutamente cívica y apartidaria. Aseguraba que iba a quedar en la orfandad y aislado en el lugar donde me encontraba haciendo al ayuno. El tiempo dio la razón a los cientos de huelguistas y los 2/3 triunfaron de manera contundente. En ese entonces, con todo lo que significaba el MAS en términos políticos y de movilización, y con la fuerza que le daban los resultados en las urnas, los bolivianos demostramos una clara convicción institucionalista. Incluso recuerdo que durante la huelga, se celebraba alguna cita presidencial, lo que de ninguna manera diezmo el compromiso de luchar por lo que en ese momento se consideraba un derecho justo y legítimo.
El segundo es el 21F. Su raíz es poderosa. Nace del voto, máximo exponente de la soberanía popular. En ambos casos, ⅔ y 21F, la fuerza de la institucionalidad fue y es muy grande. Por ello, no estamos ante acciones de gente sin moral ni principios que, desquiciados, piden respeto por algo intangible o etéreo. Estamos ciertamente ante la constatación de un proceso de maduración democrática que va más allá del deseo de reelección indefinida, que viene fortaleciéndose desde 1982 y que encontró en su momento, un referente como fue los 2/3 y, ahora, el 21F.
Por tanto, no se trata de minimizar el tema al punto de comparar la no presencia de Evo con la de Messi o Ronaldo. No Señor. Si Messi o Ronaldo fueran merecedores a una expulsión, por mucho que lleven ese apellido, no juegan.
Aquí la situación es la misma. La gente entiende que Evo se equivoca al insistir en una candidatura cuando se le dijo No con una clara tarjeta roja. No se trata de Evo por ser Evo o de Evo por ser indígena, que en todo caso, no lo es. Cuando un exembajador tuvo expresiones fuera de lugar contra él, fueron las clases medias en las ciudades las que salieron por los fueros de la institucionalidad y le dieron el voto. Lo mismo ocurre ahora. Son los mismos votantes del pasado y otros cientos más, los que piden respeto por la institucionalidad democrática, sea Evo o quien fuere, el que pretenda la reelección. Esa la naturaleza de la motivación ciudadana y colectiva, y ese el error del Presidente cuando minimiza los acontecimientos bajo un discurso que ya no llega: es la derecha y el imperio tras el propósito de evitar su candidatura. ¡¡Plop!! Ante eso no existe nada más que pueda alegarse, ni siquiera un fallo constitucional macabro.
Por eso pienso que la lección es y será dura para Evo hoy, y en el futuro. Simple: el ciudadano sale a las calles no para tumbarlo, lo hace en aras a la institucionalidad y eso, por donde quiera verse, es madurez democrática, algo contra lo que el establishment no puede pelear ni ganar.
Termino aquí: cuando se toman las instituciones y se las desprestigia, éstas se vuelven no creíbles. Ese el yerro del oficialismo y ese su gran pecado. Nunca debieron permitir que las instituciones del Estado estén tan desprestigiadas.
Ante ese panorama, la gente entiende que la calle es el único vehículo capaz de proteger la madurez alcanzada y entiende que será la historia la que dirá quién tuvo la razón. Y eso amigos míos, es lo más importante, porque lo que la historia escribe, ya no se borra.
El autor es abogado.