Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 17 de diciembre de 2018
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Quedan en el recuerdo las imágenes de Morales en su primer periplo, cuando viajó a varios continentes y países y se presentó como el humilde primer presidente indígena. Hoy, la realidad es diferente.
En los últimos días han sido varios los pronunciamientos que cuestionan al mandatario boliviano por querer perpetuarse en el poder, desde editoriales en diarios influyentes como El Comercio o La Nación, artículos de opinión, hasta la voz de entidades como la ONU, la Unión Europea, expresidentes de las Américas y España, entre otros, con lo que la imagen del mandatario de Bolivia termina desprestigiada a escala internacional y es evidente que hay inquietud fuera del país respecto a lo que está ocurriendo con la democracia en Bolivia.
Expresar: “Haré lo que el pueblo pida”, es también una frase devaluada. En varias ocasiones y cada vez que el pueblo boliviano se manifestó contrario a los intereses de Evo Morales, él ignoró todo. Basta referirnos a la dos elecciones judiciales y al referendo de 2016. El pueblo dijo no, pero él insiste en lo contrario. En el exterior esa actitud es muy mal vista. La comunidad internacional no es tonta ni ciega. Evo Morales hizo bien su papel de ser el primer presidente indígena, aunque ni siquiera habla un idioma nativo.
Al principio de su mandato Evo Morales acumuló simpatías externas, algo que en el mundo hoy se está transformando en disgusto, al ver en su persona tan solo un caudillo más con afán de poder.