Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: sábado 15 de diciembre de 2018
Categoría: Consulta previa
Subcategoría: Consultas megaproyectos
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Bolivia es uno de los países más biodiversos del mundo. Tiene, excepto el océano, todos los pisos ecológicos posibles. El Madidi es uno de los parques nacionales más biodiversos del planeta y según un reporte reciente del New York Times, en realidad encabeza la lista.
En los años 90, cuando creció en el país la conciencia sobre la protección al medioambiente, empezó a aprobarse la creación de diversas áreas protegidas, hasta llegar a 22.
Lamentablemente, el grupo que llegó al poder en 2006, expresando que uno de sus pilares sería defender a la Pachamama, ha hecho exactamente lo contrario. Incluso algunas de las máximas autoridades han llegado a decir que los parques nacionales son “inventos del imperialismo y de las ONG”.
Suponiendo que fuera así, sería algo positivo, digno de apoyarse. Pero ello es incorrecto. Con solo escuchar las opiniones sobre el cambio climático que tiene el presidente estadounidense Donald Trump, llegamos a la conclusión de que el “imperio” no respeta la naturaleza. Al final, sus ideas son similares a las de Evo Morales y Álvaro García Linera.
Las acciones (u omisiones) del Gobierno han hecho que prácticamente todas las áreas protegidas bolivianas estén bajo peligro. El principal problema se origina en el decreto supremo aprobado hace unos años y que autoriza la exploración y explotación minera y petrolífera en las áreas protegidas. El gobierno que defiende la Pachamama ha resignado sus postulados, permitiendo que 20 de las 22 áreas protegidas ya estén afectadas.
Un reporte reciente de Página Siete estableció que las amenazas a las áreas protegidas van desde los impactos generados por megaobras, como construcción de represas o caminos, hasta avasallamientos ilegales de colonizadores que, en busca de tierras cultivables, terminan provocando deforestación y contaminación.
Las recientes autorizaciones para explotar gas en el parque Tariquía, en el sur del país, son parte de esas acciones inadmisibles. Hace unos meses se aceptó, ante las movilizaciones ciudadanas, retirar esas licencias, pero, con la típica marrullería de las autoridades, las autorizaciones han sido aprobadas una vez que cesó la presión social.
La situación podría agravarse si el Ejecutivo persiste en su idea de realizar las megarrepresas del Chepete y Bala, que inundarían decenas de miles de hectáreas en uno de los lugares más bellos y biodiversos de Bolivia.
Entre el descuido y avasallamiento, desde los proyectos estatales hasta las grandes empresas y sectores agroindustriales, los valiosos espacios naturales del país están en riesgo.