Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: viernes 14 de diciembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Vamos por partes.
En la entrevista radial, inmediatamente de afirmar que no reconoce la candidatura de Evo Morales, el expresidente Carlos Mesa justifica por qué su gobierno tenía que pedir ayuda a la cooperación internacional (déficit fiscal del 8%, crecimiento estancado, y precios internacionales bajos de las materias primas), y en contraposición, afirma que no son mérito de Evo Morales los buenos datos económicos de Bolivia (lo justifica en el precio de los recursos naturales). A continuación, y al hablar de las medidas económicas de un hipotético gobierno a su cargo, afirma que “no podemos seguir con un rentismo que está haciéndole un daño profundo al país”.
A partir de esas declaraciones contra el rentismo, ABI infirió que Mesa anunciaba la supresión de los bonos estatales si llegaba a la presidencia, lo que motivó el anuncio de una denuncia mediante un comunicado de prensa en el que habla de “inaceptable mentira” y sentencia que rentismo y transferencias condicionadas (bonos) son cosas diferentes que “sólo un interés malsano e irresponsable puede confundirlas”.
¿Es el rentismo, o modelo extractivista, lo mismo que los bonos o transferencias condicionadas? No. Pero ciertamente los segundos son consecuencia de los primeros.
Mesa parece olvidar cuál es la división internacional del trabajo y el rol asignado a Bolivia (y en general, a los países del sur) en dicha división. Un rol de proveedor de materias primas desde tiempos de la Colonia, que fue profundizado durante el período neoliberal del que el propio Mesa fue presidente. De hecho, para cambiar el rol extractivista y generar otros modos y formas de producción, lo primero que debería hacerse es una transferencia de tecnología desde el norte, algo siempre negado a los países del sur.
Por otra parte, el alza de los precios internacionales de las materias primas fue el mismo para México o Colombia que para Bolivia, y en cambio en esos países ha aumentado la pobreza y la desigualdad. Mesa miente cuando atribuye la estabilidad económica que goza Bolivia a los precios altos de los recursos. Dicha estabilidad es fruto de una serie de decisiones políticas y económicas.
En primer lugar, mediante la nacionalización de los recursos naturales, algo que Mesa nunca se atrevió a hacer mientras fue presidente, pues prefirió —con el tono dramático que siempre tuvo— renunciar antes que cumplir con la voluntad popular del referendo de 2004, cuando el 70% de la población pedía la abrogación de la Ley de Hidrocarburos y que el Estado recupere el control de la cadena hidrocarburífera. Y en segundo lugar, mediante la fase de industrialización en la que estamos inmersos, que hace que el gas boliviano salga con valor agregado, o que el litio boliviano sólo vaya a salir de nuestras fronteras ya industrializado por una empresa mixta de la que el Estado, por medio de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), tendrá el control del 51% de las acciones.
Por lo tanto, si Mesa se posiciona contra el “rentismo”, que es un eufemismo para definir el nuevo modelo económico boliviano, también se está posicionando en contra de los bonos fruto de la estabilidad económica proporcionada por unas determinadas políticas.
No se puede estar en contra del rentismo, de la nacionalización y de la industrialización de nuestros recursos naturales, y a favor de los bonos. Eso es mentir a la ciudadanía, algo habitual en campañas electorales por parte de la oposición, prometer lo que no puede cumplir.
Es hora, por tanto, de que Carlos Mesa explique a la ciudadanía cómo piensa mantener los bonos, saliendo del esquema de nacionalización e industrialización que propone el nuevo modelo económico boliviano.