Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 13 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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El tres de diciembre Bolivia vivió un golpe de Estado, colofón de otros vividos en ‘cámara lenta’, como grafica el profesor Rubén Perina lo sucedido en Venezuela. En los 13 años del régimen de Morales, la democracia ha subsistido peligrosamente, a veces como democracia en movilización, otras como democracia en tensión y ahora en tensa agonía.
Morales consumó su agonía con la violación a la Constitución Política del Estado (CPE) que solo permite una reelección continua, y porque ignoró la voluntad popular expresada el 21 de febrero de 2016 (21F) que le dijo NO a una nueva candidatura.
El Tribunal Electoral y el Constitucional, maniobra envolvente mediante sobre el supuesto derecho humano de Morales a ser reelecto indefinidamente, no se libran de culpa, aunque hubiesen sido instrumentalizados, amenazados y/o sobornados por el poder político. El principal autor intelectual de este último golpe de Estado a la democracia en Bolivia, es Evo Morales Ayma.
“Evo el Supremo” lo llama el diario peruano El Comercio en su Editorial del 10.12.18, pues “colocar una persona por encima de la Constitución es característica exclusiva de dictaduras. “A Morales, “el poder se le subió a la cabeza”, según el escritor cruceño Roberto Navia, citado por Rubén Guillemí, para quien “Morales busca eternizarse en el poder, pero le espera un camino lleno de trabas”, en extenso artículo de La Nación de Buenos Aires. Felipe Errázuriz en el Mercurio de Chile (8.12.18) advierte que Morales “naufragó en el Océano Pacífico y ahora los bolivianos no aceptan su burda maniobra der ser elegido por cuarta vez”. Tres de los periódicos más importantes de la región hablan de la violación de Morales a la Constitución y su deriva antidemocrática. Se les suma la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) que califica “de ruptura del orden constitucional y democrático” la ilegal habilitación de Morales.
¿Aunque se haga el gil, sabrá Morales el peso de nuestros vecinos, incluido el gigante Brasil de Bolsonaro?
En la práctica, Morales ha dado sobradas muestras de rechazo al Estado de Derecho, al debido proceso, a las normas, leyes, y pluralismo político. De ahí su “le meto nomás” y la persistencia de judicializar la política, el acoso y la represión a la oposición y a la libertad de prensa.
En estos 13 años, Bolivia ha sufrido la degradación de garantías a los derechos políticos, civiles y sus libertades, como bien señala el politólogo vasco Aitor Iraegui: “Por primera vez desde 1982 (instauración de la democracia) se han vuelto a escuchar historias sobre políticos detenidos, perseguidos o exiliados y de ciudadanos bolivianos que son reconocidos como refugiados por terceros países”
Morales afirma que es el pueblo quien le pide que siga gobernando. Lo mismo decía el feroz Idi Amin Dadade Uganda. El problema de los dictadores es la confusión con palabra pueblo. Para ellos, el pueblo es el que ciegamente les obedece y afirman que Estado-gobierno-partido-pueblo es una unidad. La concentración total del poder. Desconocen que ‘pueblo’ es el conjunto de personas que integran un Estado de Derecho, sin privilegio alguno, pues todos son iguales ante la ley.
La meta de Morales es la elección sin alternancia en el poder hasta que las velas no ardan. Sin embargo, el martes 11 de diciembre ardieron en Santa Cruz de la Sierra de la mano de infiltrados del régimen, en una pacífica marcha de universitarios y de docentes de la Universidad Gabriel René Moreno en defensa del 21F y la Constitución. La marcha terminó en paz, pero encapuchados con mochilas en la espalda -uno de ellos con el torso descubierto dejó ver su tatuaje con la imagen del Che- se dirigieron al Tribunal Electoral Departamental (TED). En la vereda de enfrente un grupo de activistas hombres y mujeres cumplían entre cuatro y siete días de huelga de hambre, en pequeñas carpas, exigiendo respeto al voto del 21 F.
Ese día, precisamente, hubo horario continuo en el TED y en el Servicio de Registro Civil que funciona en el mismo edificio. Por orden superior no hubo resguardo policial a esas instituciones ni a los huelguistas, lo que facilitó la acción de los violentos infiltrados. Primero tiraron piedras y fuego a las carpas y colchonetas, mientras los huelguistas apenas pudieron escapar. En tanto, los violentos ‘barra brava’ incendiaron el edificio. La escalada de furia se extendió a otras instalaciones estatales en el centro de la ciudad.
Esas acciones no fueron promovidas ni por los universitarios, ni los docentes, ni la oposición, ni las plataformas ciudadanas. Las acusaciones del régimen caen en saco roto, pues los culpables están grabados con fotos y en cámaras, y no son los estudiantes que arbitrariamente están presos. Los autores son los infiltrados del régimen y sabemos quiénes son.
Advertimos que hoy Bolivia no es la de 2008 y 2009 cuando el régimen nos sorprendió con la masacre de Porvenir y el asesinato extrajudicial de tres extranjeros en un hotel de esta ciudad. Hoy, la sociedad boliviana está consciente de sus derechos civiles y políticos, y luchará por ellos pacíficamente en plazas y calles. Bolivia dice NO al delirio del poder dictatorial del binomio inconstitucional.