Y cuando despertamos, el dinosaurio todavía estaba allí. Había sido habilitado y convertido en un monstruoso dictador. Empalmo, arbitrariamente, la idea original de dos frases vigorosas que contienen un significado atroz y condenatorio. Entre el microrrelato de Augusto Monterroso, “El dinosaurio”, y la oscuridad de Gregor Samsa, en el inicio de la “Metamorfosis”, de Kafka, hay una analogía paradójica, dramática y oscura. La noche previa en la que, seguramente, existió todo un plan tenebroso y premeditado y la claridad del nuevo día en la que se consolida la fechoría y la condena como un golpe certero a la libertad y a la voluntad.

En ambas frases hay una advertencia de facto en la que se anuncia la consumación de la infamia. Es una ineludible  pena dictada e impuesta por un sistema que responde a los caprichos y a las órdenes de un cacique, un capataz, un caudillo, un ‘gran hermano’, un dictador, o un enorme insecto que, en línea recta, vincula a todos los anteriores.

De ahí en adelante, solo queda la lucha y la resistencia.

Despertar supone reaccionar. Levantarse y enfrentar la realidad con toda convicción para salvar la dignidad y los derechos más elementales.

El pasado 3 de diciembre, amanecimos de golpe. Una vez MÁS se consolidó lo que se supone que hacen con todo descaro los brazos políticos del gobierno de Juan Evo Morales Ayma, leales y sumisos a las órdenes del jefazo: ejecutar y legitimar públicamente lo que se pacta, ilegítimamente, en privado.

Y sí, refrendando el régimen autócrata del Evomasismo y ahora “dictadura perfecta”, considero que la habilitación inconstitucional del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para un cuarto mandato consecutivo de Morales y Linera, es una prueba irrefutable del perfil totalitario del gobierno de Evo que corrobora, justamente, un Estado sitiado, tomado por un régimen y sus elites de poder que siempre consideraron el Estado como un fin en sí mismo y, por lo tanto, como único administrador supremo de la cosa pública que compra, con facilidad, las conciencias de sus ciudadanos, sus destinos y sus esperanzas en esta vida y en la otra.

“El poder central no reside en el capitalismo privado ni en las uniones sindicales ni en los partidos políticos, sino en el Estado”. (Octavio Paz)

El Estado, es el filántropo que extiende la mano dadivosa al pueblo, esa mano que lava a la otra y las de los que lo adulan. “Es la máquina que crece y se reproduce sin parar, con la venia de unos y la ceguera de muchos”.

Deshonor y repulsa para el ogro filantrópico que provee de bonos y otras mercancías a las masas, para contentarlas y crear así una dependencia condicionada semejante a la de Pavlov. Una suerte de gobierno cajero automático que está presto a canjear dignidad por llunk’erio, estrictamente regulado por las reglas inquebrantables del mandamás.

El pacto COB-Evo, se ha saldado con un pago de más de 22 millones de bolivianos para la construcción de cinco sedes regionales de la Central Obrera, sin contar, por supuesto, los vehículos, computadores y una flamante sede que consumará el abominable enlace. Así, se ejecuta una de las reglas de oro de los dictadores en ciernes: transar con los sindicatos y centrales obreras, que son los que más joden los “procesos de cambio” que con tanta faramalla anuncian los demagogos, sin nombrar, desde luego, la número uno: las Fuerzas Armadas.

Siguiendo el ritmo político caudillista por 13 años, tu gobierno, presidente Morales, ha convertido la política en biopolítica, es decir, la necesidad de hacer creer que en este país debe existir un amo que reparta alimentos, dádivas, regalos, premios para los que están con tu egocentrismo, y palo, intimidación y cárcel para los que difieren de tu posición monolítica.

“Todo en el Estado, todo para el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado". Decía Il Duce.

¡Se tiene poder en la medida en que se es obedecido!

Ese es tu “pueblo” que te aclama como único benefactor. Ese que se regala para recibir órdenes. En esa lógica, has logrado corromper la institucionalidad democrática de este país. En Bolivia, desde hace mucho, tu gobierno, tu Estado, sería lo más adecuado decir, primero teje los resultados y luego son ejecutados, con premeditación y alevosía, por los distintos brazos políticos que te blindan.

Las primarias, una inverosimilitud mundial, pues serán las más peculiares que se realicen en un país que, según tú, “la democracia está más fuerte que nunca”, no serán la excepción, máxime si de antemano ya se había “cocinado” tu habilitación inconstitucional, y posterior proclama como candidato. Vaya pluralidad y democracia. El oficialismo se presenta con un único binomio, “trucho”, además: Morales-Linera. El alfa y el omega de un régimen que no contempla, ni por asomo, una participación diversa y democrática en el interior de su propio movimiento social.

Tu proceso de cambio se traicionó a sí mismo. Tú eres el Robespierre y el Napoleón de tu llamada revolución. Tu afán de acaparar más poder detrás del poder, te llevó a adoptar la dictadura perfecta que podría desembocar muy pronto en un totalitarismo. Todo poder es una conspiración permanente, decía Balzac.

El poder posee una propensión natural a concentrarse y a medida que se agiganta se hace menos benéfico, más corruptor  y pernicioso. La concentración del poder económico se basa fundamentalmente en la concentración del poder político y viceversa.

Todo en tu gobierno está supeditado a presupuestos que tienen la facha de haber sido manipulados entre gallos y media noche. Hay, pues, una manera institucionalizada de torcer las leyes y la legitimidad hacia tu favor, por eso también, a lo largo de tus 13 años de gobierno, tus victorias pírricas siempre han sido resultado de una escuálida gestión política y una casi nula concertación social democrática, abierta y transparente.

El TSE no dará marcha atrás. La impugnación a tu candidatura caerá en saco roto y una vez más se habrá hecho tu voluntad. Sin embargo, creo que hay una salida a todo este entuerto fáctico. Ahora sí, los verdaderos movimientos sociales democráticos, reflejados en las plataformas que defienden el triunfo del No del 21F y esa otra Bolivia a la que con tanta displicencia se refieren tú y el falso matemático y que les cuesta reconocer su fuerza y su tesón, ya tomaron las riendas de una lucha sin cuartel y no cesarán hasta garantizar un futuro libre y claro. En perspectiva, en 2019, hay que esperar lo mejor y estar preparados para lo peor.

“Ya tienen los resultados, solo faltan las elecciones”. Esta cita anónima, me hace recordar a una frase del exdictador nicaragüense, Anastasio Somoza García, que resume lo que podría suceder en las próximas elecciones primarias y generales en Bolivia. ¿De la mano de Putin, el grande, o el gran Putin? Como se prefiera: “Quizá me ganaste en las elecciones, pero yo gané en el conteo de votos”.