Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: miércoles 12 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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La lectura de ese documento, que refleja un criterio unilateral y alejado de la más mínima objetividad, permite deducir que su contenido ha sido trabajado desde hace varios meses, en una clara y abierta tarea de injerencia en los asuntos internos del país. Al leer la lista de los firmantes se identifica a un expresidente boliviano, que llegó después de la muerte del titular, que en los últimos años se presentó en elecciones alquilando una sigla y que el 28 de noviembre no pudo registrar su binomio porque carecía de un patrocinador. El mentir a la comunidad internacional y colocarse como operador contra los gobiernos progresistas y de izquierda le han otorgado, a este personaje, muchos ingresos, pero nada de prestigio.
En política es respetable que los políticos disientan, más aún cuando se tienen proyectos de país y de América Latina radicalmente distintos. Unos, apuntalando el camino de la conquista de la plena independencia económica y soberanía política. Otros, educados en la práctica del sometimiento, más bien coadyuvando a reforzar los lazos de dominación de Estados Unidos, cuya negativa presencia en la región ya fue advertida tempranamente por el libertador Simón Bolívar, quien sostuvo: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.
Pero la política se degrada cuando expresidentes y políticos actúan por consigna sin el más mínimo conocimiento de la realidad. Hasta antes de 2005, la democracia en Bolivia era una ficción que no convencía a la mayor parte de la población, puesto que el sufragar era una pérdida de tiempo y de recursos. Los partidos, cuyos candidatos no pasaban el 51% de votación que establecía la CPE, convirtieron al Congreso en el espacio para elegir al presidente y vicepresidente luego de negociaciones en las que predominaba la ley del valor. La gente votaba, pero no elegía.
Pero si la democracia política era una caricatura, ya que no servía siquiera para la selección de autoridades mediante el sufragio universal, mucho menos podía hablarse de una democracia económica. La política estaba separada de la economía. Los políticos convocaban al pueblo a sufragar cada cierto período de tiempo, mientras se lo excluía de los beneficios que daba la explotación de los recursos naturales por parte de las transnacionales. Tampoco había democracia cultural, ya que los pueblos indígenas y las mayorías obreras y campesinas estaban separadas de cualquier espacio de participación.
Hoy, producto de un Proceso de Cambio, la democracia en Bolivia ya no es restringida ni controlada. El Estado Plurinacional ha permitido una ampliación de la democracia y de los derechos nunca antes vista en nuestra historia.
Finalmente, no hay democracia si no hay soberanía política. De eso sí deben darse por enterados los que desde fuera del país publican panfletos.