Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: miércoles 12 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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“En la lucha política uno tiene que jugar con algoritmos de predicción del futuro, de un mes, de un año y de tres años”. Con esa breve frase, el vicepresidente Álvaro García Linera sintetizó en una extensa entrevista con el diario cruceño El Deber, la fórmula que los estrategas del MAS aplican para ejercer el Gobierno, y conservarlo.
La frase, vista en el contexto de los desaciertos cometidos últimamente por García Linera al hacer gala de sus conocimientos matemáticos, fue objeto de burlas. Grave error, pues tras tan sincera confesión de la frialdad con que el MAS manipula las leyes y las instituciones para adaptarlas a sus propios objetivos estratégicos, se puede ver la esencia de los fines y de los medios que guían la acción política del partido gobernante.
“Algoritmo”, es un concepto que está muy en boga por ser la base del éxito de las principales empresas administradoras de la información en internet. En realidad, no es más que un “conjunto de operaciones prescritas o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permiten llevar a cabo una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba hacer dicha actividad”.
Si se toman en serio las palabras vicepresidenciales, no es difícil hallar lo que significan. Aplicado a la política, el “conjunto de operaciones” necesario para alcanzar un cierto resultado quiere decir que se cuenta con una fórmula cuya eficiencia ya ha sido comprobada, lo que permite aplicarla una y otra vez con el fin de obtener los mismos resultados.
Cuba, Venezuela y Nicaragua, en ese orden, son tres países en los que un mismo algoritmo se ha aplicado con éxito… para el proyecto hegemónico.
Ejemplos de lo dicho abundan. El más reciente de ellos son las elecciones municipales en Venezuela el pasado domingo, cuando el chavismo arrasó en todos los municipios en unos comicios sin oposición y en medio del desinterés general de los electores. La abstención superó el 72%, pero los votos del 28% restante fueron suficientes para que el triunfo oficialista fuera total.
A tal resultado se llegó después de que el régimen de Maduro lograra el control total de todas las instituciones, después de anular cualquier forma de contrapoder. El caso de Nicaragua es muy similar. Ahí también se aplicó la misma fórmula, la misma secuencia de acciones, con los mismos resultados. Cuba, con sus 60 años de régimen unipartidista, es sin duda la máxima expresión de lo exitosa que puede llegar a ser la fórmula, lo que en términos vicepresidenciales podría definirse como “el algoritmo del futuro del MAS”.