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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 12 de diciembre de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Constitución / Personería jurídica
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Este 12 de diciembre celebramos los primeros 15 años de vida de Unidad Nacional, el partido que fundó un grupo de dirigentes políticos golpeados por la debacle de la “partidocracia” de los años 90, que entonces acababa de expresarse en el “octubre negro”.
Dos meses después de esta trágica expresión de la ruptura entre el pueblo boliviano y las élites políticas de entonces –entre ellas la mirista de la que habíamos sido parte–, decidimos crear un partido que fuera una respuesta a la misma: que continuará la lucha de la generación precedente por el objetivo de la democracia como único arreglo institucional capaz de garantizar la paz social y el progreso económico, y que, al mismo tiempo, fuera muy distinto de las agrupaciones de interés que se habían formado durante la primera etapa democrática.
Lo imaginamos como un partido ideológico, no personal, en el que se combatiera el aprovechamiento venal de la política y se fomentara la unidad con la población, sus necesidades, su idiosincrasia y sus sueños.
Rápidamente encontramos una posición singular en la escena política boliviana. Por un lado, nos convertimos en los principales enemigos de la crítica autoritaria a la democracia representativa emprendida por los líderes de la rebelión popular contra el establishment de aquellos años. Aunque entendíamos y compartíamos la frustración de la mayoría de los bolivianos por la trayectoria que había adquirido el proceso democrático, nunca creímos que había que superar los males de la “partidocracia” con la eliminación o la manipulación de las instituciones que garantizaban la representación y el pluralismo, como planteaba hacer otro nuevo actor del ciclo histórico que había comenzado: el Movimiento al Socialismo (MAS).
Por el otro lado, fuimos los principales diseñadores y propugnadores de un modelo de desarrollo “de centro”, el cual combina el poder creador y dinámico del emprendimiento privado, en el que cree una parte importante de la población, con el desarrollo de un Estado que sea capaz de rematar la tarea histórica de construcción –inclusive económica– de la nación boliviana; y que sea capaz de reflejar, impulsar y proyectar a todos los bolivianos, incluyendo a los históricamente marginados.
Esta identidad compleja de Unidad Nacional –radical en temas democráticos y reformista en economía y sociedad– la ha llevado a librar grandes y serias batallas en estos sus 15 años de historia: desde su presencia moderada y moderadora en la Asamblea Constituyente hasta su papel destacadísimo en la victoria del “No” en el referendo del 21 de febrero de 2016, así como su última contribución a la lucha contra el autoritarismo, que ha sido su decisión de abstenerse de participar en las elecciones para fortificar la unidad opositora en contra del MAS. Por esta peculiar identidad y por este bagaje histórico, Unidad Nacional ha sido necesaria para Bolivia y para su futuro, así como todavía lo es y lo será.
Samuel Doria Medina es presidente Unidad Nacional.