Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 09 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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El paro nacional del miércoles 6 ha sido contundente y, sin duda, ha preocupado al gobierno y al MAS como se desprende de las declaraciones de sus autoridades y dirigentes; la intensa campaña a través de medios y redes, en las que no dudan de actuar sin escrúpulo alguno y al mejor estilo nazifascista: mienten y mienten, esperando que algo quede, y la actuación violenta en algunas ciudades de sus grupos de choque. Es decir, muestran que han decidido empeñar su alma al diablo.
Esa posición, sin embargo, ayuda a que quienes han promovido la movilización del 6 se sientan victoriosos y cunda en la ciudadanía la percepción de que se puede derrotar pacíficamente a los que ambicionan ser dictadores maquillados de cumplidores de la ley.
Obviamente el exitoso paro no es sólo consecuencia de la “bronca” que provocan el gobierno y el MAS por su ambición de prorrogarse en el poder. Es producto de un trabajo sostenido de grupos emergentes, fundamentalmente jóvenes mujeres y hombres, que bajo la bandera de la defensa de la democracia, la Constitución Política del Estado (CPE) y el resultado del referendo del 21 de febrero de 2016, han conformado plataformas plurales y captado la adhesión ciudadana.
Pero, las plataformas también han demostrado sus límites como instrumentos de intermediación entre el Estado y la sociedad, y ahí ingresan en escena los partidos políticos que por las maniobras tramposas del régimen han tendido que apurar su reorganización. Así, además de las plataformas ahora actúan los partidos políticos y lo deben hacer respetando las demandas ciudadanas y viabilizándolas, dando prioridad a objetivos comunes dirigidos a recuperar el sistema democrático y no a través de juntuchas poco serias, sino manteniendo sus legítimas diferencias.
En este sentido, el paro nacional no sólo debe provocar entusiasmo y alegría, sino también capacidad para responder a los desafíos del momento, y los partidos, si son tales, y los candidatos, si son consecuentes con lo que declaran, deben tener la capacidad de recogerlos, más aún si la gente ha cumplido, hasta ahora, un papel ejemplar. Basta ver, como ejemplo, los resultados de las últimas elecciones regionales, en las que el MAS perdió importantes bastiones; las elecciones judiciales, en las que los votos nulos y blancos superaron de lejos la votación de los candidatos impuestos por el MAS; el referendo constitucional de 2016 en el que el rechazo a la reelección indefinida de los actuales mandatarios fue mayoritario y en las movilizaciones convocadas por las plataformas.
Esa fuerza es la que los partidos en escena deben respetar y recuperar, en circunstancias en que, mientras en el gobierno y el MAS tienen factores de cohesión interna como el deseo de mantenerse por siempre gozando de las mieles del poder y el pegalotodo de la corrupción, en el campo de la defensa de la democracia y la CPE hay muchas corrientes.
Descartando las más radicales (cuyos portavoces, hombres y mujeres, muestran caracteres muy parecidos a los del autoritarismo del MAS), uno de los desafíos es generar referentes regionales de los partidos y las plataformas que puedan trabajar en forma conjunta mientras dure el estado de emergencia democrática en el que nos encontramos, de manera que se responda con oportunidad a las provocaciones que permanentemente lanza el oficialismo, por un lado, y, por el otro, estructurar equipos sólidos que elaboren propuestas para el desarrollo integral del departamento y que, incluso, puedan crear líderes con proyección parlamentaria, de manera que, a diferencia de lo que ha pasado en los 12 últimos años, Cochabamba cuente con representantes que conozcan la región, políticamente preparados.
En fin, el desafío que lanza el contundente paro del miércoles es mantener la defensa de la democracia y generar iniciativas pacíficas que permitan que sea en las urnas donde se derrote al autoritarismo.
El autor fue director de Los Tiempos