Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: domingo 09 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Conocidos los límites electorales del trotskismo criollo, era de esperar que su eterna estrategia de agitación e insurrección popular se incrustara en la demanda para que otros con tinte fascista entren en la línea conspiradora, algo así como una especie de acuerdo tácito entre el trotskismo criollo (Conade) y expresiones de “cívicos” y las plataformas ciudadanas.
Nuestro país tiene agitadas sus aguas no sólo por los vericuetos de la política, sino por la violencia vandálica de los grupos de choque que, similar a los que ya conocíamos con Rubén Costas y Branko Marinkovic, los cívicos, prefectos junto a la Unión Juvenil Cruceñista en 2008, ahora llevan a sus plataformas del 21F a generar mayor convulsión en el país.
Una vez más es reprochable la actitud de los medios privados de comunicación que, en actitudes de ir de la mano con los opositores, desinforman libremente y no explican a la ciudadanía, como es su deber, los hechos evidentes de vandalismo y violencia de parte de esas plataformas, además de sus expresiones fuertes cargadas de racismo, reflejadas hasta en sus grafitis cuando escribieron en las calles de La Paz: “fuera indios de mierda”.
Los actores de esas movilizaciones, sobre todo en La Paz, vienen pues del tiempo de la dictadura, ahí están Waldo Albarracín, Rolando Villena y la presidenta de la APDHB, que a título del Conade no se manifestaron sobre esa actitud violenta y vandálica de esos grupos racistas y xenófobos en puertas del TSE.
Esos mismos que llaman al “respeto a la democracia”, que se llenan la boca cuando ven que se agrede a la dignidad humana, ¿dirán ahora algo de la señora que murió en Riberalta por expresiones fascistas y violentas que convocaron a bloquear en esa región? ¿Dirá algo la Iglesia y llamará a parar esas acciones violentas de esos grupos, ya que estamos en tiempo de paz?
Una vez más se demuestra que se vive un estado de democracia cuando la oposición política y mediática puede movilizarse en las calles de Bolivia sin que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado los repriman, detengan y encarcelen. Pero además, cuando agreden a ciudadanos que sólo quieren trabajar e insultan al Presidente a niveles que en otro país determinarían la apertura de procesos legales.
El paro cívico opositor ha sido un hecho que no tiene ninguna expresión de civismo, de reivindicación de una convocatoria nacional, sino un escenario para que se relancen políticos del pasado que ya son políticos fracasados; una movilización que se pinta así, pero para que sean ellos los que se sirvan de este tipo de movilizaciones.
El fracaso del paro cívico de esta semana demuestra que la ciudadanía no quiere confrontación en las calles. La ciudadanía no se merece que no le den oportunidad para respaldar una gestión de gobierno, frente a esos cálculos electorales de una oposición política y mediática sin proyecto de país, y sin capacidad de movilización.
Después de lo que se expresó en sus manifestaciones vandálicas el día de su paro fracasado, tal parece que bajaron la guardia y no les aprobaron su paro indefinido a los que alentaron incendiar el país. Ojalá la oposición reflexione y construya una alternativa de país para presentarse en las urnas en 2019. Ahí está el escenario y no en la violencia y el vandalismo propios de los neofascistas.