Medio: El Diario
Fecha de la publicación: sábado 08 de diciembre de 2018
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Hace algunos años, el director de ANF, José Gramunt de Moragas SJ, conversaba sobre la grave situación política en Bolivia, el irrespeto a la ley los flagrantes casos de corrupción, que su interlocutor le dijo: Las cosas están tan mal, padre, que me extraña que no se oiga todavía ruido de sables.
Los pocos lectores que tengo saben a quién me refiero y no volveré a nombrarlo. Lo importante es que la frase tiene plena vigencia en la actualidad y me pregunto si hoy piensa lo mismo.
El gobierno de Evo Morales, a través de su obsecuente TSE, acaba de pisotear la Constitución de la República y burlar groseramente la voluntad del pueblo expresada en el referendo del 21 de febrero de 2016 que le prohíbe volver a repostularse en las elecciones del 2019.
La Carta Magna tiene por pilares fundamentales de su vigencia y cumplimiento a las Fuerzas Armadas. Tan explícito es el mandato que hasta la endilga la condición de “institución tutelar de la patria”. No me gusta mucho la frase, pero como todo “tutor” tiene la obligación de llamar al orden o corregir al pupilo descarriado.
En el actual gobierno, las FFAA han sido convertidas en milicias a su servicio. Todo comenzó el mismo día de la posesión de Morales cuando descabezó a dos promociones de generales para ganarse la simpatía de las subsiguientes.
Luego, el dictador venezolano Hugo Chávez, financista y asesor de Morales, le regaló $5 millones “para refacción de los cuarteles”, suma que en su mayor parte fue a parar a los bolsillos del generalato y los jefes troperos. Hasta ahora se ventila algunos juicios por malversación.
Ya desde entonces los altos jefes empezaron a fotografiarse con Morales coronados de hojas de coca o con ponchos rojos sobre lo que antes fue un “sagrado uniforme”.
Para vergüenza institucional, Morales se ufana en rendir homenaje a Ernesto “Che” Guevara, el invasor del suelo patrio, sin ninguna objeción de los uniformados que hasta hace 12 años podían enorgullecerse (después de la gesta de Ingavi, 1841) de haber hecho morder el polvo de la derrota a quien osó violar la soberanía nacional.
Jamás en toda la historia republicana gobierno alguno obtuvo (producto del alza de los precios de las materias primas) el torrente de dinero que recibió el régimen de Morales. Jamás, también, Bolivia fue testigo del colosal despilfarro de millones de dólares en obras inútiles y de la corrupción.
Hasta hace dos meses, Bolivia fue encandilada por Morales y su régimen de que hasta fin de año recuperaríamos el mar y ahora, después del fallo de la Corte Internacional de La Haya, estamos mucho más lejos que antes y con Chile empecinado en no hablar nada con el actual gobierno. Un engaño brutal con fines politiqueros.
Cuando ocurrió esto, que fue una bofetada enorme al más caro anhelo boliviano, pensé que oiríamos “ruido de sables”, pero nada de nada. ¿El “tutor” siente el amor a la patria en sus bolsillos?
¿A cuánto ascienden los bonos del generalato? Hasta el “perraje” disfruta de préstamos o enormes facilidades de pago para TV, equipos de sonido, línea blanca. Hasta los de grados inferiores reciben subvenciones en sacos mensuales de harina, azúcar, arroz, etc., etc.
No solo eso. Un médico con 30 años de servicio que gana actualmente poco más de $1.000, al jubilarse gozará de una pensión de $300, mientras los “tutores” de la patria se jubilan con el sueldo completito. Ahora ¿se entiende?
Entonces ante el Golpe de Estado que significa la reciente decisión del TSE y el silencio de los “tutores”, lo que cabe es preguntarse con la frase que popularizó Roberto “El Chapulín” Gómez Bolaños: Y ahora ¿quién podrá defendernos? Amanecerá y veremos.