Los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Antonio Costas y Dunia Sandoval, los disidentes en la resolución que habilitó al binomio del MAS, han demostrado convicción democrática, apego a la Constitución Política del Estado y una inquebrantable moral personal.

No faltaron los que, pese a eso, les criticaron por no haberse retirado de la sesión para dejarla sin quórum o por no renunciar a sus cargos. Sin embargo, su ausencia no hubiera impedido la toma de la decisión porque los cuatro restantes hacen quórum. Por otro lado, pedir su renuncia es una posición desatinada, puesto que la presencia de ambos es la única esperanza de que se vigile el voto ciudadano. Caso contrario, los vocales afines al Gobierno tendrían vía libre y ninguna fiscalización para hacer lo que mejor les parezca.

Por eso, hay que valorar y respetar la actitud valiente de Sandoval y Costas que prefirieron quedarse, soportando feroces presiones, para expresar su disidencia o, en su caso, denunciar cuando se quiera torcer la voluntad popular. 

Otros prefirieron marcharse y dejar el camino libre a los intereses del MAS.