Medio: Opinión
Fecha de la publicación: miércoles 05 de diciembre de 2018
Categoría: Legislación electoral
Subcategoría: Leyes nacionales y decretos reglamentarios
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En septiembre de este año se promulgó la Ley de Organizaciones Políticas (LOP), que regula su constitución, funcionamiento y democracia interna, como parte del sistema de representación política y de la democracia intercultural y paritaria en el país. El debate público de su promulgación se centró en las disposiciones transitorias que se aprobaron, pero no se comentó su contenido.
La LOP incluyó varias de las propuestas de las organizaciones de mujeres y feministas construidas con el propósito de consolidar los avances hacia la democracia paritaria y transformar la cultura y prácticas políticas poco democráticas, excluyentes y machistas en las organizaciones políticas.
El 50.95 por ciento del Padrón Electoral Biométrico es mujer y, según un estudio de IDEA Internacional (2013), solo el Movimiento Sin Miedo había registrado su militancia en ese momento, con 41.1 por ciento de mujeres. En 2016, la mayoría de partidos contaba con militancia femenina mayor a 40 por ciento , solo el MAS tenía una militancia menor al 30 por ciento . Ninguna de las organizaciones políticas incluía referencias a igualdad de género en sus estatutos, y en promedio solo el 31.8 por ciento de altas instancias de decisión ejecutiva nacional estaban ocupadas por mujeres.
Uno de los avances fundamentales de la LOP es la inclusión del principio de democracia paritaria, y la obligación de cumplir el enfoque y criterio de paridad en la vida orgánica de las organizaciones políticas y en la conformación de estructuras orgánicas, dirigencias y definición de candidaturas. Otro elemento es la inclusión de un régimen de despatriarcalización para promover la paridad y equivalencia, la igualdad de oportunidades y la implementación de acciones afirmativas y la incorporación de la eliminación del acoso y la violencia política contra las mujeres, como prioridad, considerando la aplicación de sanciones a los agresores y a las organizaciones políticas que no tomaran acción.
Y aunque la ley no resolverá mágicamente las debilidades de las organizaciones políticas, que en varios casos son siglas que no cuentan con vida orgánica y se activan y articulan solo para los procesos electorales, sí demandará mayor voluntad para avanzar en la democracia interna, a futuro, entrega instrumentos a las mujeres militantes para acelerar los cambios necesarios para saldar la deuda pendiente que los partidos tienen con ellas.