Medio: Nuevo Sur
Fecha de la publicación: miércoles 05 de diciembre de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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En agosto de 2006 en el pueblo de Orinoca, (provincia Sud Carangas del departamento de Oruro), se realizó una reunión secreta entre la cúpula masista y sus aliados principales cubanos y venezolanos, evento que concluyó emitiendo un documento denominado Los Protocolos de Orinoca o El Documento Secreto del MAS, que en realidad titulaba: “Guía de Acción Política de Orinoca para los Compañeros Revolucionarios del MAS y sus Aliados”, concluía dicho documento con la siguiente frase: “CAMARADAS REVOLUCIONARIOS, ESTA ES NUESTRA LUCHA, Y SÓLO LA MUERTE NOS ALEJARA DE ESTE NOBLE FIN”. Las palabras finales de Evo Morales cerraba con lo siguiente: “COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS REVOLUCIONARIOS, CREO QUE ESTA GUÍA SERÁ EL INSTRUMENTO DE CAMBIO PARA LLEVAR AL PODER AL PUEBLO Y A NUESTROS HERMANOS CAMPESINOS, INDÍGENAS Y ORIGINARIAS”. Este material celosamente guardado, fue develado en partes, por el periódico digital de El Deber de Santa Cruz en 2007 y en 2008 se conoció el documento completo de muy difícil acceso. La “clase política” boliviana, conoció este fundamento revolucionario, sin duda, pero no le dieron importancia ni valor político ideológico, cuando este significaba el vademécum, la bitácora, la Biblia de la “revolución democrática y cultural del proceso de cambio”, que presagiaba un tsunami azul de inimaginables consecuencias. Tal ha sido el embate de estas medidas puestas en práctica, que dejó a los “políticos tradicionales” en permanente shock del cual no han salido ni recuperado hasta hoy. Su ceguera política, su mezquinad, los personalismos, los enconos locales, la falta de decisión por avizorar futuro juntos, la tozudez vergonzante que demuestran por no poder aliarse –estando aún en el suelo luego del golpe– demuestran que la lectura política del MAS y sus aliados, era (lamentablemente) correcta para implantar “sin oposición” sus mecanismos de poder tal cual sucede hasta hoy. Sobrevivir en sus reductos locales, departamentales o municipales, ha sido lo que mejor han sabido hacer, asumiendo poder local sin mayor trascendencia nacional; obligados a vivir en lo local, han perdido su capacidad de tener visión nacional. Sus conciencias políticas se han amurallado tanto que en sus actos de participación política en los diversos procesos electorales nacionales y subnacionales habidos desde el 2005 a la fecha, algunos partidos han consolidado su sigla y permanencia territorial, los más, se mantienen únicamente en su sigla y uno que otro tienen actividad política reconocida, el resto han desaparecido, perdiendo su personalidad jurídica y por las necesidades de sobrevivencia otros se han reciclado bajo nueva sigla y discurso. Pero todos, no han desarrollado liderazgo nacional, menos propuestas de un modelo integral de desarrollo boliviano, diferente al imperante impuesto por el proceso de cambio. Reconozcamos qué, la múltiple diversidad social, económica, cultural, geográfica o territorial que conforma la República de Bolivia, siempre fue el escollo en la mesa de la planificación socioeconómica y política y, que por los hechos y sucesos a hoy día, demuestra una vez más que, se necesita más que una sigla o determinada fortaleza local para saltar a la dimensión nacional.
Recuperada la democracia un 10 de octubre de 1980, pasaron 36 años de aquel suceso iniciado con la posesión del Dr. Hernán Siles Suazo. En 1964 el golpe militar de René Barrientos a Víctor Paz Estenssoro dio inicio a los 18 años de dictaduras militares, en los cuales Bolivia vivió 14 gobiernos de facto. A fines de septiembre de 1982, el gobierno llama al congreso elegido en 1980 y el 5 de octubre de ese mismo año elige por mayoría absoluta a Hernán Siles como presidente, el 10 de octubre fue posesionado y se dio inicio a la era democrática que vivió Bolivia hasta el 2005.
A partir de 2006, se dio nacimiento a la “revolución democrática y cultural bajo designios del Socialismo del Siglo XXI” que ha transfigurado el concepto de democracia para implantar la figura del partido único, del líder indígena originario campesino que gobierne por 50 años, inicialmente de 13 años transcurridos y en temporalidad mediata hasta cumplir la Agenda 2020-2025, cuando menos, demoliendo el respeto a la ley y transgrediendo todos los preceptos constitucionales para lograr su objetivo. Durante el “periodo democrático” recuperado (1980-2005), la clase política pudo concertar de alguna manera hechos inéditos que han marcado el transcurrir de esta historia democrática: la estabilidad económica post UDP a través de la implantación de la NPE con el D.S. 21060 y todas sus consecuencias políticas, económicas y sociales; se dio curso a un proceso de descentralización administrativa reclamada por los departamentos alejados del centro del poder; se gestó la condonación de la deuda externa; se dieron fuertes tensiones por el tema de la coca y su interdicción para implantar un desarrollo en zonas de conflicto; se dio paso a la Ley 1551 de Participación Popular y la Ley 2028 que definió la municipalización del país; emergió el referéndum por el gas; se dio paso al Diálogo 2000 y luego el 2004 Diálogo Nacional Bolivia Productiva; se estableció como agenda pública el tema medio ambiental y la defensa por los RR.NN. y se profundizó la defensa de las Áreas Protegidas, Parques Nacionales y otros Santuarios Naturales como elementos claves del desarrollo sostenible con participación de las comunidades indígenas asentadas allí bajo una legislación específica; se logró la modificación de la CPE; se dio curso a la ley de partidos políticos y organizaciones sociales que territorializó el accionar político en todo el país; se adoptó el proceso de descentralización con la propuesta autonómica que llegó a constitucionalizarse e incluirse como eje central de los Estatutos de Autonomía Departamental; sin embargo, en este lapso, estuvieron presentes sucesos violentos como la “Guerra del Agua” y la “Guerra del Gas”; las marchas indígenas de pueblos indígenas de tierras bajas hacia la sede de gobierno; Chaparina. Estos y otros y variados hechos sociopolíticos fueron salvados o sorteados como acciones posibles logrados por esfuerzos de aproximación política que los actores partidarios lograron implantar en el ex Congreso Nacional, si bien no bajo una figura de consenso, pero sí de un acercamiento con la vista en un futuro promisorio bajo la mirada atenta de la población; finalmente, se arribó a la Asamblea Constituyente que dio paso a la fricción político ideológica más áspera desde la recuperación de la democracia, que finalmente impuso una CPE que preveía implantar un gobierno perpetuo bajo el gobierno del partido y líder único del MAS.
En los recientes 13 años de gobierno del proceso de cambio, la realidad bajo la mayor bonanza económica de toda la historia boliviana, la desazón y frustración de la población democrática boliviana está presente con una reacción demostrada a través del Referéndum del 21 de Febrero de 2016, cuyos resultados desafían democráticamente al partido de gobierno contra sus caprichos de perpetuidad, de poder total y absoluto en el copamiento de todos los poderes (órganos) públicos, de las organizaciones naturales y sindicales, intentos persistentes contra la libertad de expresión, la desinstitucionalización de las entidades públicas (crisis de la justicia y sus operadores), el despilfarro descarado, la hipercorrupción, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana. Provoca este panorama una reacción de llamada de atención a la clase política porque evolucionen ante este panorama con acciones de acercamiento entre referentes políticos para proponer una acción que revierta este panorama, ante lo cual los dueños de partidos políticos, no han logrado concertar una fuerza contra el capricho azul que pone al país al borde del abismo y la hecatombe de la democracia.
El ingreso al Siglo XXI concuerda con la terminación de un ciclo generacional de elites políticas, económicas y culturales iniciado con la generación del 52 y del 80, que han sido sustituidas por una nueva generación de referentes políticos, formados por la influencia de las coyunturas nacionales y las corrientes ideológicas vigentes en los últimos cuarenta años en el país, la región y el mundo. Si bien los discursos actuales no han variado sustancialmente del implantado por la Revolución Nacional, existe énfasis en iniciativas y objetivos particulares en la construcción de un nuevo proyecto nacional, fruto de los avances tecnológicos y comunicacionales, principalmente, así como por el despliegue de fuerzas globalizadoras de diversa naturaleza. A pesar de los avances -aunque en propuestas no consolidadas ni profundizadas en materia legislativa sobre diversos tópicos socioculturales trabajados estos últimos trece años- no existe aún, una consolidación de ciudadanía para todos, persiste perversamente la lacra del racismo y toda forma de discriminación, el clasismo y el machismo, la relegación de la mujer y de los indígenas a planos de sometimiento que no acaban de desaparecer. Si bien reconozcamos que existe una mayor conciencia nacional sobre estos temas, falta mucho por trabajarlos, y es, precisamente, que los referentes políticos actuales en carrera electora rumbo al 2019, no terminan de proponer una agenda mínima de desarrollo. Si bien Sol.Bo y UN propusieron recientemente un índice mínimo por temas a tratar en alguna forma de coalición para enfrentar las Primarias y más allá, no pasa de ser un mínimo borrador. No existe algo más elaborado, discutido ampliamente y menos consensuado. Los referentes políticos (no son lideres) tienen la tarea de volver a trabajar la formación de cuadros, promover liderazgos, relacionarse con las plataformas y redes, democratizarse internamente, ver el pasado que pretendemos dejar, asumir conciencia del presente como pasos previos a proponer una visión de futuro. Pero no lo harán solos, necesitan de los ciudadanos, especialmente de la juventud. De continuar con sus mezquindades, se quedarán como jefes o dueños de partidos, nunca serán lideres ni promoverán el cambio en democracia que necesita la República de Bolivia.
La señal que da la Ley de Organizaciones Políticas, la perversa intencionalidad de la convocatoria a Elecciones Primarias y la ratificación de la candidatura oficialista contra natura, muestran que los logros de la época democrática, están llegando a su fin y ponen al país al borde del abismo. Los logros como la recuperación democrática, la municipalización, el proceso autonómico y la renovada visión de un posible país federal, quedarán sepultadas bajo las fauces de un sediento y hambriento animal político que haga de este país, su hacienda, su sayaña, su sindicato, su cato.