- El Deber - Los candidatos de Evo
- Ahora el Pueblo - El Ejecutivo garantiza la seguridad de las elecciones con apoyo de la Policía y las FFAA
- El Deber - “Demagogia y acusaciones sin fundamento”: Camacho se suma a la polémica entre Arce y Doria Medina
- El Deber - Foro de Salud en Santa Cruz reúne a candidatos presidenciales para exponer compromisos con el sistema sanitario
- Opinión - Prado, Samuel, Libre y Súmate sellan pacto con 10 puntos por la economía
- Opinión - ‘Nos robaron’, ‘tienen miedo’: Dunn cierra batalla, pero seguirá en calles y ‘soñando’
- El Potosí - La UE despliega misión de observación a Bolivia
- El Diario - Tahuichi solicita ser investigado si tiene cuentas en Panamá
- Correo del Sur - Dunn desiste y quedan nueve fuerzas en pelea
Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 02 de diciembre de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Sabiendo perfectamente y estando totalmente conscientes de que la democracia se encuentra seriamente afectada y se corre el riesgo de perderla (junto a las libertades, el respeto a la Constitución y las normas, e inclusive la voluntad soberana del pueblo); no es un acto extraño preguntarse: ¿por qué mucha gente (y especialmente los partidos políticos que han entrado en el simulacro electoralista), prefieren actuar, inclinarse y respaldar ese proceso viciado como si sus esperanzas e ilusiones pudiesen borrar la situación real de la democracia?.
Y es que embelesados por unas candidaturas que les hacen soñar con un nuevo gobierno inexistente, sucede que se dirigen insensiblemente a legitimar unas elecciones tramposas y un candidato trucho. Actúan y contribuyen a convalidar la candidatura viciada de nulidad, como si ello no sucediese y la democracia no hubiese sido secuestrada. En fin, solo se limitan a cuestionar la realización de las elecciones primarias, sabiendo perfectamente que ello no hace al fondo del asunto.
Paralelamente, como en un escenario inconexo, el 6 de diciembre próximo se ha convocado a un nuevo paro nacional en defensa del 21F, y con el mismo propósito se ha anunciado la realización de marchas que partirán de Konani y Chaparina, para confluir finalmente en la sede de gobierno en las mismas fechas. Estas movilizaciones sociales, como todos sabemos, encaran la defensa de la democracia y el respeto a la decisión soberana expresada en contra del prorroguismo anticonstitucional.
Se trata de una batalla decisiva, NO de un acto de protesta más, porque después de esa fecha y en caso de habilitarse ilegalmente la candidatura oficialista, se habrá cerrado el último resquicio nacional que sostiene al movimiento ciudadano y popular en defensa del 21F. En otras palabras, habrá triunfado la imposición autoritaria, la burla y el desprecio a la Constitución y a la voluntad soberana, para erigirse una autocracia de facto.
Entonces, para ese momento, las actuales candidaturas opositoras por las que muchos han empeñado su respaldo e iluso apoyo, serán efectivamente la respuesta y la alternativa esperada frente al MAS y la derecha?. O más bien solo constituirán una opción para escoger entre lo menos peor y desastroso, pero igualmente retrógrado y reaccionario?.
Parece como si se hubiese captado la idea pero que no se terminase de comprender, que el paro nacional del 6 de diciembre y las marchas que recorren el país, no son un acto más de protesta, sino una batalla decisiva para la recuperación de la democracia.
El 6 de diciembre termina el último resquicio nacional para recuperar la democracia, hacer respetar la Constitución y defender la voluntad soberana del pueblo. Si se impone ilegalmente la candidatura trucha, se consolidará una autocracia de facto.
Consiguientemente, actuar como si nada importante estuviese sucediendo, o lo que es peor, tratar de ocultar la basura debajo de la alfombra como si de esa manera ella fuese a desaparecer, no puede ser catalogada de otra forma que no sea irresponsable superficialidad.
Ojalá que el país esté todavía a tiempo para darse cuenta de este grave error.
El autor es sociólogo