Medio: El Día
Fecha de la publicación: lunes 03 de diciembre de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Hace poco se ha vencido el plazo para la inscripción de los binomios que cada partido político debía presentar al Tribunal Supremo Electoral. Son nueve binomios de otros tantos partidos políticos que todavía deben ser habilitados de manera oficial, es decir si cumplen los respectivos requisitos que exige la Ley del Régimen Electoral. En el terreno de los hechos, casi todos los partidos han soslayado de manera olímpica el proceso de las elecciones primarias al presentar binomios únicos, es decir que no habrá la respectiva competencia interna con la activa participación del pleno de las militancias. Todo indica que ha prevalecido la vieja práctica de la designación “a dedo” de los candidatos utilizando una fracción de la militancia partidaria para ello. Esto significa un mal síntoma de la práctica democrática.
En consecuencia, no ha sorprendido que “viejos” políticos hayan emergido desde las sombras para intentar cobrar otra vez cierta vigencia y captar la preferencia ciudadana. Con ellos, personas prácticamente sin méritos políticos han sido convocadas como acompañantes de fórmula. En otras palabras, la renovación de cuadros políticos y la irrupción de nuevos dirigentes -sangre joven y capaz- ha quedado para la retórica. Por otra parte, en la lid interna de los partidos han prevalecido las ambiciones de sectores tradicionales que han ignorado a su militancia, la misma que han pretendido hacer valer en sus registros de militantes. Ha resultado lastimoso comprobar que los adláteres de los candidatos impuestos han cobrado un protagonismo que contradice el espíritu de la Ley Electoral.
Por tanto, los binomios de los nueve partidos políticos que participarán de las elecciones generales están sobre el escenario político del país. El oficialismo también ha presentado su binomio, cuya participación para una repetida reelección ya ha sido cuestionada y resistida. Aun así, el partido en función de gobierno pretende ignorar el resultado del veintiuno de febrero que ha rechazado lo que considera una falta a las normas democráticas. Algunos candidatos ya han esbozado lo que pretenden hacer en el gobierno si son elegidos. La falta de propuestas claras y contundentes ha sido evidente, lo que puede constituir un obstáculo para hacerse con la victoria. Para colmo de males, la oposición no parece tener interés en unirse, al menos no en la primera vuelta. Quizás decidan unirse si se da una segunda vuelta.
En este contexto, todo indica que la próxima confrontación político partidaria se verificará prácticamente con las mismas características de las elecciones anteriores. En otras palabras, las primarias partidarias no han sido ni serán las que se esperaban. Con esta figura, las militancias de prácticamente mayoría de los partidos participantes ha sido relegada a un segundo plano para que se presenten binomios impuestos por la conveniencia. De esta manera, se ha perdido una brillante oportunidad para que el ejercicio de la democracia interna siente un precedente positivo. De esta suerte, también se ha puesto en evidencia que las nuevas generaciones de dirigentes políticos tendrán que esperar a que los viejos dirigentes -algunos sin credibilidad alguna- dejen los escenarios para una nueva democracia.
Al eludirse el espíritu de las elecciones primarias, se ha perdido una brillante oportunidad para que el ejercicio de la democracia interna siente un precedente positivo. De esta suerte, también se ha puesto en evidencia que las nuevas generaciones de dirigentes políticos tendrán que esperar a que los viejos dirigentes dejen los escenarios.