Medio: El Diario
Fecha de la publicación: domingo 02 de diciembre de 2018
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Democracia interna y divergencias
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El MAS debería ser el frente político más preocupado con la ruptura de la alianza “Bolivia dice No”, contrariamente a lo que han expresado los propios masistas y otros personajes de la oposición. Y por supuesto que el mayor beneficiado de la separación debería ser Carlos Mesa, porque ya está anunciado que el respaldo de Samuel Doria Medina irá a quien tenga mayores probabilidades de triunfo en las encuestas, y sería muy difícil que ninguno de los otros binomios en pugna lo alcancen, por lo menos como van las cosas hasta ahora.
El senador de los Demócratas Oscar Ortiz es un gran candidato, sin duda, y uno de los cruceños con mayor futuro político, pero que se ha metido en la boca del lobo, en mala hora a nuestro entender. No conocemos al candidato vicepresidencial, el diputado potosino Edwin Rodríguez, mas sería algo milagroso que esa candidatura pudiera superar a Mesa en las preferencias, pese a los once meses que quedan todavía hasta las elecciones generales.
Hay que “sincerarse”, como está en boga decir a los políticos y los economistas. El primer propósito de la oposición, del pueblo que votó por el NO, fue y es que S.E. respete la Constitución y el referéndum del 21-F y que se vaya a su casa. Lo primero es que su candidatura no sea admitida por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero como al parecer S.E. va a dejar hasta sus zapatos por ser candidato, el TSE doblará la cerviz.
¿Entonces qué queda? No queda más que enfrentarlo. Hay que enfrentarlo y ganarle. Tiene que construirse una candidatura de oposición poderosa, movilizadora de masas, entusiasta y convencida de que es posible echar del mamotreto de la Plaza Murillo al autócrata. El propósito de los binomios opositores no es calcular cuántos diputados o senadores puedan lograr, o si vamos a ir al federalismo o a profundizar las autonomías. O si se va a terminar con la diplomacia delirante o las inversiones al fósforo. El propósito es salvar la democracia sobre todas las cosas y eso se logrará apartando a S.E. del poder, ya sea mediante la decisión del TSE, lo que es improbable, o por una victoria en las urnas. Al parecer, como se ve las cosas, solo ganando mediante el voto S.E. se va a ir a bloquear caminos al Chapare, no a vender surubí frito en un chiringuito, como él dice.
El “bien mayor”, como ha dicho Doria Medina, es desalojar a S.E. del mando. Así piensa también Carlos Mesa y por supuesto que Rubén Costas y Oscar Ortiz. Suponemos que ninguno irá detrás de algunas diputaciones o espacios de poder desde la oposición, bajo un cuarto mandato de S.E. y de su deschavetada conducción gubernamental. Eso sería tirar la toalla, al estilo del boxeador que está aporreado, al borde del K.O.
Por el “bien mayor”, hasta octubre próximo ya habrá una candidatura sólida en torno a quien tenga mayores posibilidades de tumbar a la lona a S.E. Aparentemente, ese personaje es Mesa, con todos sus defectos y virtudes, con sus luces y sombras. Por lo menos hay que confiar en que si S.E. se va, Bolivia estará a salvo.
Lo único que va a valer en las elecciones del 2019 es que la ciudadanía se incline por el “voto útil”. No nos interesan candidatos con 20, 10, 5%, ni que sean cambas o collas. Lo único que salvará la democracia será aquel que llegue a un 35 o 40% y que obligue, cuando menos, a una segunda vuelta, a un balotaje que seguramente será contra S.E. El “bien mayor” pasa insalvablemente por el “voto útil” y ese voto se lo obtendrá cuando los candidatos que vean menguada su chance, se aparten del camino como se apartó Samuel Doria.